El Supremo ha dicho que la asignatura de Educación para la Ciudadanía debe ser obligatoria pero no debe adoctrinar. O sea, que no debe servir para que los profesores o los centros inculquen unas determinadas creencias religiosas, políticas o filosóficas. Estos jueces son, con todo el respeto, un oráculo más cercano a Delfos que a Alcobendas, ¡Como si hubieran descubierto América sus señorías!
¿Acaso no saben que el Gobierno, para quitarse el sambenito de que ésta era una asignatura de catecismo socialista, lo que decidió es delegar en cada centro la facultad de impartirla como le venga en gana? Es decir, convirtieron la EpC en una asignatura de adoctrinamiento a la carta para que los padres elijan cómo quieren que se adoctrine a sus hijos. En vez de solucionar el problema, lo agravó aun más.
Ahora bien, ahí reside la gran falacia de todo el invento... en pensar que los padres en España lo tienen fácil a la hora de elegir colegio, que llevan a sus hijos donde de verdad quieren y que se pueden permitir incluso cambiar de centro en función de esta asignatura. Sí sí, a pesar de lo que diga la Conferencia Episcopal, el PP, la CONCAPA y algunas otras asociaciones.
Pues bien, ni todas las familias que llevan a sus hijos a los centros públicos lo hacen buscando expresamente una enseñanza laicista, ni todas las familias que lo desean pueden acceder a las limitadas plazas de los centros concertados, ni las que acceden lo hacen motivadas por la adscripción religiosa de la mayoría de los centros, ni, para terminar, todas las familias pueden permitirse pagar una media de 600 euros al mes por hijo en un colegio privado.
La capacidad de elegir cómo queremos que adoctrinen a nuestros hijos es, por tanto, bastante limitada. Más que elegir a la carta, la inmensa mayoría de españoles tendrá que apechugar con el menú del día. Ya ni el ayuno, en virtud del fallo del Supremo, es una posibilidad.
Y todo esto, con nuestro sistema educativo de los peores (si no el peor) de la Unión Europea y los políticos sin hacer nada para solucionarlo, salvo meter esta asignatura que la verdad es que no sé para que sirve (si no es para adoctrinar). JIV
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