Les voy a contar una pequeña
historia que me ha impresionado porque choca con todo lo que analistas,
politólogos y encuestas (que menudo año llevan) y que he visto en un blog.
Es la historia de Angela y Barry.
Son un matrimonio norteamericano, relativamente
joven, que reside en una pequeña ciudad del Estado de Indiana. Ella trabaja en
una ONG y él en un hospital perteneciente a una fundación. No son religiosos,
menos aún creacionistas, pero participan en diferentes iniciativas sociales y
están muy comprometidos con su comunidad. Acogen en su casa a jóvenes de
diversas procedencias y tipologías; nacionales y extranjeros; blancos, negros,
hispanos, asiáticos. En una ocasión, recibieron una llamada de madrugada para
alojar urgentemente a un joven desamparado y, aun teniendo la habitación
ocupada, no lo dudaron: "sí, por supuesto", respondieron.
Inmediatamente, Barry se dirigió en su vieja camioneta hacia el ayuntamiento
para recoger al muchacho mientras Angela despejaba la buhardilla de trastos
para acondicionarla y asearla como nueva habitación. A la mañana siguiente,
antes de acudir al trabajo, ambos fueron a comprar una cama y un colchón nuevos
que pagaron de su bolsillo.
Tanto Angela como Barry son
trabajadores, honrados, solidarios, altruistas, comprometidos. Y gozan del
merecido reconocimiento y aprecio de sus vecinos. En España, muchos los
etiquetarían como “progresistas”, pero para sus amigos y conocidos son
sencillamente buenas personas. Sin embargo, el pasado martes 8 de noviembre,
Angela y Barry formaron parte de los 58 millones de norteamericanos que dejaron
atónitos a los analistas de medio mundo: votaron a Donald Trump.
La pregunta es, ¿Cómo una gente
tan honrada y buena puede votar a un tipo como Trump? Si es cierto que Trump es
provocador, arrogante, histriónico, propenso a decir majaderías y hasta
repelente. Pero es que la explicación depende de algo más racional al decir
América rural, pues ganó a Clinton en Pensilvania, Michigan y Ohio. Hay algo
más.
Obama pasará a la historia como un
presidente del montón, ni bueno ni malo. Pues prometía mucho, y luego poco (ya
hablaré también de Obama en otro momento). El Yes we can generó mucha
frustración. La mentira tiene las patas muy cortas y en EEUU se ve muy mal. Ya
le pasó a Nixon y la saga Clinton también tiene lo suyo.
La verdadera causa de la victoria
de Trump está en que éste supo ver ese hartazgo de la sociedad a esa oligarquía
aristocrática y burócrata que controla el país desde hace décadas. Seguro que
al final más de la mitad de sus promesas se quedan en saco roto.
Hillary ha sido la peor candidata
para enfrentarse a Trump precisamente por eso. Reencarga al establishment.
Esa falta de delicadeza que ha
demostrado Trump no han sido percibidas por defectos o faltas de respeto sino
como despiadados ataques a ese establishment. Y eso ha gustado.
La campaña ha sido una de las
peores. Ninguna propuesta y nada de valor. Hillary defendía su candidatura sólo
por el mero hecho de ser mujer y todos debían votarla si no querían ser
considerados como paletos.
Pero es que Trump se ha
presentado como el antipolítico. Como el que viene de fuera, Mientras que
Hillary ha sido la peor candidata posible: ha sido la candidata de la oligarquía,
de la maquinaria de poder, en definitiva, del establishment. Y lo que es peor,
era volver a recordar la era Clinton, y las dinastías en EEUU no suelen tener
popularidad. Especialmente algo tan cercano como marido-mujer (Ya podían
aprender los argentinos por ejemplo).
Es posible que un candidato con
ideas novedosas y mejor imagen hubiera derrotado a Trump. Pero es que Trump ha
sabido canalizar ese gran hartazgo, esa desazón; esa corrección política que
tanto ha asqueado a la mayoría de la población. En un país en el que se
considera clave la libertad de conciencia, de religión y de expresión (como
dice Alexis de Tocqueville en su libro La Democracia: "un americano no
conversa, más bien debate, y su discurso se convierte en una disertación"),
la corrección política es vista como censura choca con estos principios
fundacionales.
Por lo tanto alguien que piense y
lo diga sin ataduras, como Trump, es alguien bien visto por una sociedad harta
de la autocensura.
Los votantes de Trump no son
paletos, ni mucho menos (y que conste: yo no soy partidario de Trump), es gente
que está harta de un establishment que no ha hecho más que empobrecerles a
costa de la misma oligarquía. Y sí, podría decirse que es discurso calcado de
Podemos (que lo es, al menos en este punto). Pero algo es muy cierto: la gente
está harta de las partitocracias y su corrupción, de la burocratización, del
infantilismo de la cultura y de la mediocridad de la clase política. En
definitiva, el consenso socialdemócrata que se implantó tras la segunda guerra
mundial y que moldeó todo (hasta la cultura e incluso el papel de Europa) se
está resquebrajan.
La izquierda, con su desprecio al
individuo y la exaltación de lo colectivo con la sustitución de la iniciativa
por el bien común y la competencia por la solidaridad forzada, está destrozando
la sociedad. Y también han distorsionado nuestra capacidad de entender lo que
pasa más allá de nuestras fronteras de una manera racional.
Muchos dicen que sus propuestas
son una locura. Para empezar vamos a analizar en frío, ¿Realmente es posible
que sus propuestas vean la luz? Pues sinceramente lo veo difícil. Y no de manera tan estricta. De primeras ya ha
dicho que mantendrá las líneas básicas (o como dicen los ingleses los
"core points") del Obamacare. Pero además, existen unos contrapesos y
controles (los checks and balances) que ya diseñaron los padres de los EEUU (Jefferson,
Madison o Hamilton); y por tanto el presidente no puede hacer su santa voluntad
contra el criterio del Congreso, del Senado o del Tribunal Supremo. Así que lo que puede aspirar Trump es a
cambiar algunos aspectos e incluso refundar el partido Republicano, que últimamente
no lleva buen camino.
Angela y Barry, lo único que han
hecho ha sido castigar las mentiras de los últimos 30 años y evitar las dinastías.
Aunque no nos entre en nuestra mentalidad a veces cerrada, ellos confían más en
si mismos y en su comunidad que en cualquier presidente.
Y quizás ese sea ese el problema.
El gran bofetón que recibe el establishment: el Brexit, el no colombiano a esa
estafa de la paz, y el triunfo contra pronóstico de un outsider. En fin, podíamos
seguir ad infinitum, pero creo que todo esto lo explica todo.
Ya podíamos aprender.
JIV
P.D.- Para profundizar en el tema
lo recomiendo: http://www.elespanol.com/economia/20161111/170112990_13.html
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