sábado, 13 de junio de 2009

COSAS QUE PASAN EN UN PAÍS DE FÁBULA

El otro día era noticia en los diarios la primera condena a una mujer por haber ejercido violencia contra su mujer. Este hecho es la anécdota. La categoría está en la sentencia. Para inscribirla en el marco de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, el juez de Santander escribe de la agresora como si fuera un hombre: "la ofendida sea o haya sido esposa o mujer que esté o haya estado ligada a él por una análoga relación", como señala dicho juez.

En fin el asunto es de un gran interés, porque configura el universo Bibi (y, por ende, el de Zapatero) y define con precisión el sentido de la igualdad. Un sentido totalmente discriminatorio, pues no solo excluye casos de violencia entre gays (que ya han ocurrido algunos casos de violencia entre maricas), sino frente a cualquier sujeto pasivo que no sea mujer (como los niños).

Desde que se aprobó en 2007 la Ley de Identidad de Género, el sexo ha dejado de ser lo un don y una maldición. Ahora es optativo. Uno (o una) se presenta en el Registro Civil y le dice al funcionario (o a la funcionaria): "Yo vivía prisionero/a en el (la) cuerpo equivocado" y te inscriben como varón o mujer en función de tu percepción intelectual del tema (chupense esa señores). Y si esto puede elegirlo cualquiera, ¿cómo no va a poder decidirlo el juez?
Cuestiones como ésta hacen que el género ya no deba contemplarse en perspectiva de igualdad. Por lo que el concepto se le está quedando estrecho a las dimensiones del ministerio de “igualdá”.

Esto también pasa con la edad. Lógicamente. Cualquiera tiene la capacidad de cambiarse de sexo (como el que cambia de pareja, así, sin más). La edad, vista por el señor Zapatero, es un estado de ánimo. Es a partir de aquí desde donde debemos considerar la propuesta del Ministerio de Cultura: las películas para mayores de 18 años serán, en adelante, para mayores de 16 (eso eso).

Es natural para las chicas. Pueden abortar sin permiso de mamá (y de papá, por supuesto) y comprar la píldora postcoital sin receta. ¿Cómo no van a poder ir al cine y ver la película que les de la gana? No faltará quien diga a ver qué pasa con los chicos. Tampoco hay problema. ¿No pueden suspender y pasar de curso? Pues esto es más fácil, porque tiene doble solución: La primera es decirle al portero del cine: "Esto que ve usted es un cuerpo equivocado. Soy tía". La otra es: "la fecha del DNI es irrelevante. La verdadera edad está en la mente".

Esto es algo de lo que ya habíamos tenido pruebas antes, al considerar la ministra que a partir de los 16 años una adolescente es una mujer que puede enfrentarse sola a una experiencia como la del aborto. Sin embargo, la extraordinaria habilidad socialdemócrata convierte en niñas a las chicas de 18 años en las fiestas de Berlusconi. Mientras que las criaturas de 16 años, son mujeres hechas y derechas.

JIV

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