lunes, 21 de marzo de 2016

LA PUTREFACCIÓN DE EUROPA.

Hace tiempo que me considero euroescéptico. La UE se ha convertido en un gigante burocrático con una administración digna de un país totalitario (ni en la URSS se hubiera llegado tan lejos). ¡Ala! Usted exagera. Pues no querido lector, no exagero, y a los hechos me remito.
Una unión de países que firman un pacto de unión económica primero y posteriormente política en donde, según el tratado, todos los países son iguales con un peso relativo en función de unos datos económicos y demográficos. Pero que al final, curiosamente, se acaba acatando el criterio del país más poderoso. ¿Se acuerdan cuando el gobierno de Kruschev obligó al gobierno "socio-comunitario" húngaro a repeler las manifestaciones e instaurar el orden comunista en Budapest? ¿Y cuando Brezhnev hizo lo mismo en la República Checa, con la famosa primavera de Praga? ¿Y del beso entre Brezhnev y Honecker para certificar el apoyo al muro de Berlín (del que Podemos hizo una burda copia hace algunas semanas en el Congreso)? ¿Y acaso no se acuerdan que el rublo era la moneda común?
Pues lo siento, pero en Europa está pasando lo mismo. Al final, el criterio que se impone es el alemán. No quiero ser pesimista, pero creo que ya sabemos las consecuencias en Europa cuando Alemania trata de erigirse en líder europeo (1914-1918, 1939-1945). Creo que los alemanes entienden muy poco de política internacional, o viven demasiado acomplejados.
¿Qué son 500.000 pobres refugiados que huyen de la guerra comparativamente hablando con los 80.000.000 de musulmanes con libre acceso a la UE? Nada, pero como tenemos miedo a los partidos populistas, pues les hacemos el juego a ellos y a los turcos y santas pascuas.

Pero, ¿Qué tiene que ver todo esto con que Alemania es la que manda? Pues todo. Verá querido lector. Alemania lleva imponiendo su criterio desde hace ya mucho tiempo, incluso desde años antes de la crisis cuando, obligó a crear una moneda común que eliminara los riesgos de cambio y los problemas de competitividad que tenían sus propios productos y eliminar la autonomía monetaria de los países que le pudieran "hacer la puñeta" (Francia, Italia o España), todo bajo la excusa de un proyecto monetario común y armonía y demás parafernalia buenista. Claro, que todos caímos bajo ese embrujo como idiotas y nos metimos como bobos en esta trampa. Muy pocos cuestionaron la viabilidad de una moneda común cuando no había mutualización de la deuda o una unión fiscal, y los que lo hicieron fueron vilipendiados por los medios acusándolos de eurófobos y cosas peores. Al final acertaron, y si no al tiempo, el euro es inviable. Pero no para todos, el euro le ha venido muy bien a Alemania (qué curioso), que le ha permitido exportar a diestro y siniestro sus productos (a costa de sus competidores europeos), ganar productividad y mejorar su maltrecha economía (ya no nos acordamos, pero llegaron a tener una tasa mayor de paro que la española, incluso un déficit público alarmante). Pero estimado lector, la memoria es pasajera.
Y así podemos seguir en otros temas de vertiente económica (de común conocimiento, que no reproduciré).

Pero ahora, pasemos a otro tema.

Hace años, países como España o Italia, a consecuencia de los problemas de inmigración ilegal (las pateras o Lampedusa), pidieron a la UE una política común de inmigración. ¿La contestación europea? Curiosamente la misma que dio el gobierno alemán: las fronteras son un problema de cada estado-miembro.

El año pasado todo esto cambió. ¿Por qué? Pues porque estaban empezando a llegar refugiados a manta a países muy generosos con el prójimo y gobernados por personas de bien como Alemania, Austria o Hungría (que hace unos años era la mendiga de Europa, pero claro, de eso ya no nos acordamos). Y empezaron a surgir grupos señalando los peligros de estos refugiados (que si son musulmanes, que si alguno es terrorista encubierto), alguno llegó a usar los atentados de París para acusar a los refugiados de terroristas infiltrados (Nota: Debo de ser idiota, porque no creo que un crío de 3 años sea un terrorista) y a generalizar con fotos de pasaportes falsos y no contrastados (las redes sociales fueron un hervidero de estos bulos).
Lo más curioso de toda esta triste historia (en resumidas cuentas) no es que no queramos a estos refugiados (aunque sea un acogimiento temporal de 2 ó 3 años), sino que nos ponemos a la defensiva sin analizar la cuestión de fondo. ¿De donde vienen los refugiados? ¿Porqué no se sienten a gusto en ese país, cuando son de la misma religión?

La respuesta es muy sencilla. Turquía está utilizando a los refugiados para hacer un chantaje (de la misma manera que los británicos hacen lo propio con el "Brexit"). Si, un chantaje de la inmigración Siria. En lo que supone el afloramiento de lo que denomino la putrefacción de Europa y la indiferencia de sus conciudadanos (los cuales se indignan ante el trato dado a unas carteristas rumanas en la Plaza Mayor de Madrid, pero que ni se inmutan ante la tragedia humana de los refugiados).

Es curioso que mientras Turquía se aleja de los valores de una democracia liberal a la europea, la UE no hace otra cosa que darle gusto. El señor Erdogan que mediante una deriva totalmente autocrática  propia de un sultán maltrata la libertad de expresión, instrumentaliza la justicia en su propio beneficio, no defiende la igualdad de la mujer y de otras minorías (mas todo lo contrario) y en definitiva, sobrepasa y quiebra el principio fundacional del laicismo al proclamarse autoridad política, moral y religiosa del país está pervirtiendo los principios fundacionales de la Turquía moderna de Ataturk y alejándola más de la idea de República laica. Y a esto, le añadimos el citado chantaje de los refugiados (¿porqué las autoridades turcas no luchan contra las mafias y/o contra la inmigración ilegal?).
Esto en vez de causar sonrojo e ira  a la UE, no hace sino provocar la reacción contraria. Un acuerdo que supone un cheque de 6.000 millones de euros para en el fondo, externalizar la presión migratoria. No solo se renuncia a los deberes humanitarios para con los refugiados, sino además se interpreta a su antojo el derecho internacional (devoluciones en caliente, expulsiones colectivas, negación del derecho de asilo) y externalizando sus propias obligaciones en tema de inmigración. Si esto lo hubiera hecho España se nos habría caído el cielo encima de nuestras cabezas (pero como lo dice Alemania está bien hecho).

Y todo esto ¿Para qué?

Pues para desdibujar la idea de Europa en vez de afrontar las consecuencias electorales y sociales de los partidos xenófobos. Es interesante ver que los países más inflexibles en el tema de la tolerancia de la inmigración han sido los países del este de Europa, curiosamente aquéllos en los que sus conciudadanos emigraban a trabajar (cuando no huían del gobierno filo-comunista de turno) a otros países de la Europa occidental (Ay! Esa memoria histórica pasajera). Incluso algunos políticos, como Viktor Orban en Hungría o Kaczynski en Polonia levantando al arbitrio fronteras (adiós al tratado Schengen), apelando a la identidad (o a la limpieza de sangre).

¿Qué ha hecho Europa? ¿Defender sus valores? Todo lo contrario, renunciar a sí misma. Es que el problema no es el euroescepticismo. Ante los envites del soberanismo nacionalista, del populismo de izquierdas o del de ultraderecha, la UE en vez de defenderse se autosabotea. Para sobrevivir, está renunciando a sus valores, a su historia, en definitiva, renunciando a sí misma.

La libre circulación de personas (base en los principios de una unión) ya no existe. La defensa de unos valores democráticos (tolerancia al diferente, separación de poderes, laicidad razonable,…) ya no es absoluta sino relativa, al dejarse cortejar por Turquía.
En fin, es que ya ni siquiera se defiende la unidad, acabando por mendigar la permanencia del Reino Unido, cediendo en cuestiones que ponen en tela de juicio a la propia Unión (Nota importante: si un país puede hacer excepciones a la legislación y acervo comunitario, ¿Por qué otro país no podría hacer lo mismo?) ¿Qué cuestiones? Pues cuestiones tan fundamentales como la libertad de tránsito, la cesión progresiva de soberanía (¿Qué autoridad tendrá ahora la UE para exigir a los demás países lo mismo que excepciona a los británicos?) y la igualdad de derechos de los ciudadanos comunitarios. El propio acuerdo con Cameron es una traición, y un ejercicio puro y absoluto de euroescepticismo.

Al final, la UE no es otra cosa que un barco que hace aguas por los cuatro costados, una suerte de "sálvense quien pueda". Tan débil es la propia unión que es como un cuerpo con esclerosis. En donde cada país va a su interés (que no dudo que sea legítimo, pero en estos momentos de flaqueza se debe exigir más unidad).

El acuerdo con Turquía es la puntilla a la UE. Si esta es la UE del mañana, en donde ya ni siquiera se defienden los valores fundamentales que sustentan la propia civilización occidental, ¿Para qué luchar contra el ISIS? ¿Para qué defendernos del Califato Mundial? Ya no es necesario alertar a los panaderos de Viena para que pongan en marcha sus hornos*. Europa se autodestruye (y a mi juicio a marchas forzadas).

Que no cuenten conmigo. Esta no es la Europa que yo defiendo.

JIV

*El origen de la leyenda del croissant se remonta a la conjura de los panaderos de Viena para alertar de los invasores otomanos durante el segundo sitio de Viena (Septiembre de 1683). En aquella época no existían redes sociales (lo que sin duda era un logro, pues les libró de las sandeces que se leen en las mismas).
Se trataba de responder al asedio que pretendía organizar el visir (primer ministro o valido de la Sublime Puerta) Kará Mustafá. Después de conquistar la mayoría de las regiones a orillas del Danubio.
Cuenta la historia que después de varios intentos de asalto poco exitosos, los turcos decidieron atacar Viena por sorpresa con una nueva estrategia. Pensaron en socavar el terreno y así evitar las murallas pero actuando sólo de noche. Los panaderos, que trabajaban a esas horas, se dieron cuenta de la amenaza por los continuos ruidos y dieron la alarma, concibiendo una pieza de bollería que se asemejara a la media luna y sirviera de mensaje cifrado.

Claro, al final fueron los defensores los que tomaron por sorpresa a las tropas musulmanas obligándoles a retroceder, salvando a Europa por segunda vez de las garras de los turcos (algunos deberían aprender de estas lecciones…).

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