jueves, 21 de febrero de 2013

EL PAPA ABANDONA EL BARCO


Pues sí, el Papa nos abandona.  Aunque la renuncia al Pontificado sea una decisión reflexionada que proviene de un hombre muy inteligente y que deja paso a otra con más fuerzas.
 
Benedicto XVI será recordado como un Papa intelectual. Filosóficamente, ha sido el único intelectual del siglo XX capaz de responder al "Dios ha muerto" de Nietzsche, reivindicando la sensualidad del espíritu y la espiritualidad del cuerpo. Sus aportaciones a través de sus encíclicas, especialmente “deus est caritas” han sido de gran valor intelectual y cultural (y casi revolucionario).
Asimismo trato de resolver con valentía y diligencia la crisis relacionada con los casos de pederastia promoviendo investigaciones profundas y solventes y poniendo a los criminales en manos de la justicia ordinaria (aunque sus críticos le achacan que no fuera más allá, llegando a sugerir hasta excomuniones).
Y, por último, ha sido el primer Papa cibernético y su participación en Twitter ha puesto a la Iglesia en la nueva plaza pública (aunque a él no pareciese darle demasiada gracia).
 
En cuanto a esta renuncia hay mucha literatura al respecto. La mayoría se decanta por defender las tesis oficiales, renuncia legítima basada en razones personales de debilidad física y justificada en los códigos canónicos. Me temo que me voy a descarriar bastante de la tesis mayoritaria. Me explico.
 
Si bien es cierto que la renuncia es coherente con el carácter reflexivo del Santo Padre, es preciso señalar que su predecesor, el beato Juan Pablo II aguantó hasta el final, dando ejemplo con su modo de morir, con su compasión entendida como una exigencia consigo mismo para poderlo dar todo, hasta el último suspiro, a los demás y así dar ejemplo ante la adversidad (de todos nos es conocido la frase que dio a los jóvenes de “no tengáis miedo”).
 
Me dirán ustedes que soy un poco radical. Pero, si este Papa lo deja porque está cansado, ¿podremos abandonar nosotros cuando los sacrificios que el ser cristiano comporta nos lleven a tal cansancio? ¿Es que su compromiso con la Iglesia es distinto al de cualquier católico, laico o seglar? 
 
Si el Papa renuncia, ¿no podemos renunciar los demás? ¿Es que hacer el bien no es algo agotador y a veces doloroso? ¿Es que tratar de vivir según las enseñanzas que Cristo en el mundo de hoy no puede llegar a ser agotador?
 
Si el cabeza de la iglesia, referente moral de una parte muy importante de la cristiandad (y por ello de la civilización occidental) llega solo hasta un límite, ¿Cuál es el nuestro? ¿Acaso Cristo, en la cruz limitó su dolor y se retiró por cansancio? 
 
Si el Papa pierde fuerzas y abandona su misión encomendada por Cristo (por eso somos católicos, creemos que el Papa es el sucesor de Pedro, que parece que a alguno se le ha olvidado), ¿Cuál es la fuerza moral que tendrá el próximo Papa para pedirnos a sus ovejas del rebaño que aguantemos? ¿Cuál es la fuerza moral que tiene para exigir a los sacerdotes que aguanten hasta el final? ¿Podemos renunciar al bien por cansancio?
 
Creo que un Papa no se cansa; al igual que Dios no se cansa de nosotros (el rayo de la foto es una muestra de enfado), como tampoco se cansó Jesús en el Calvario; como tampoco muchos santos que hasta el límite de sus fuerzas no han flaqueado ni abandonado (a pesar de estar en peores circunstancias que el señor Ratzinger).
Como mucho, entiendo que un Papa pueda renunciar en caso de enfermedad mental que le impidiese ser consciente de quien es y lo que representa (Alzheimer y/o demencia senil). 
 
Mi sensación, por tanto es que no ha estado a la altura de la grandeza del cargo que ostenta (hasta las 20.00 del día 28 de febrero). No ha sabido aprender de su antecesor y encima se marcha a un convento de clausura como si de un geriátrico se tratara.
En otras palabras, abandona el barco. Deja huérfanos a los católicos y sin respuestas a tanto interrogante.
Ser Papa es hacer un pacto con Dios y ser el cabeza de su Iglesia (si creemos en la doctrina católica apostólica y romana). Ser Papa no es ser un mero jefe de Estado (que lo es), como tampoco ser una estrella de rock (que no lo es). ¿Cuánta gente está agotada físicamente y a pesar de todo aguanta a contracorriente poniendo al límite sus fuerzas? 
 
El problema ahora es que el Santo Padre carecerá de autoridad moral (necesaria para ser el cabeza de la Iglesia) para pedir a su rebaño que se mantenga al pie del cañón o navegue a contracorriente y que no abandone aunque las fuerzas le abandonen; para pedir no renunciar a la vida cuando ya no se pueda más; para pedir no quitar una vida para salvar a otra; para pedir a los católicos que defendamos la Iglesia aunque nos falten las fuerzas.
 
Y esto era lo que nos faltaba: una Iglesia sin timón (para mi el que elijan no tendrá credibilidad, ni autoridad moral para nada).
 
Y así nos va,
 
JIV
 
P.D.- Todo esto, teniendo la información que se dispone en la prensa y demás medios de comunicación sobre la renuncia del Papa (que dicho sea de paso es muy poca). Posiblemente haya alguna razón oscura que justifique tal renuncia. Pero en fin, ya nos enteraremos algún día.

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta tu exposición, opino lo mismo, hemos captado mensaje con poca información, a mi también me duele por ser creyente practicante. No soy capaz de juzgar, porque creo que ni debo ni puedo, pero me duele.