El pasado viernes 21 de septiembre el gobierno aprobó la
séptima reforma del sistema educativo (que me temo que no será la última). Como
siempre, los partidos de la oposición, no darán su brazo a torcer.
Especialmente el PSOE, principal responsable del desastre educativo en este
país, ya está afilando las garras.
Pues bien, he de decir que la educación se ha visto sometida
en España durante los últimos años a la confrontación política y se ha situado
en el centro del debate ideológico, entre izquierdas y derechas (o las Dos
Españas, como uno prefiera). Las posturas enfrentadas y los debates
artificiales con un claro transfondo ideológico han ganado a la reflexión
serena y lógica. Y así, se han dejado de abordar los verdaderos problemas,
entre otros, el índice de fracaso y abandono escolar, los bajos resultados
académicos obtenidos, el desfase de niveles educativos entre las comunidades
autónomas (Bienvenidos al “maravilloso Estado de las Autonomías”), los
conflictos de convivencia en los centros, la escasa consideración social de la
labor del profesorado (falta de respeto y autoridad).
Lo peor de nuestro modelo educativo radica principalmente y
sobre todo, del modelo educativo socialista contenido en la LODE, la LOGSE y la
LOE, cuyos postulados rebajan la cultura de la exigencia, del rigor y del
esfuerzo, como manifiestan los contenidos curriculares y los criterios de
evaluación y promoción de curso. Este modelo ha permanecido inamovible a pesar
de la sensación de que ha habido continuas reformas. Sin embargo, cada reforma
no solo ha llevado a peor el sistema educativo, sino que han creado más
problemas (por ejemplo Epc).
Ha llegado el momento ineludible de diseñar una estrategia a
medio y largo plazo para que la economía española y el bienestar de sus ciudadanos
mantengan o incluso incrementen las cotas alcanzadas hasta hoy. La mejor
solución para el desarrollo económico y la cohesión social pasa por disponer de
un buen sistema de educación y formación para el empleo, un sistema que
promueva la calidad en la enseñanza. Los hechos demuestran que los países que
ejercen hoy un liderazgo económico, político y social son aquellos que, en su
día, decidieron apostar claramente por la educación y la formación de sus
ciudadanos (muy especialmente los países nórdicos).
El problema de los alumnos desmotivados es grave y frecuente en España. Pero el
abandono y fracaso escolar no es sólo un problema educativo, sino también
social y familiar, cuya máxima responsabilidad en la búsqueda de soluciones
corresponde a los poderes públicos. Pero que es preciso contar con la
colaboración de los padres en el inculcamiento de los valores que garanticen
una calidad humana en las personas.
Desde la implantación de la LOGSE, se ha reclamado un
bachillerato de tres años de duración, como los de la gran mayoría de los
países de la Unión Europea, que permita que nuestros alumnos lleguen a la
universidad sin las carencias actuales. En efecto, un bachillerato de tres años
permitiría dosificar mejor la carga lectiva de todas las materias y estaría en
la línea de la mayoría de sistemas educativos europeos.
Pero hay que hacer hincapié en que esta etapa educativa no es obligatoria, pero
se debería hacer un mayor esfuerzo para mejorar la calidad y la excelencia de
este nivel.
A pesar de todo no se han adoptado todas las medidas
necesarias y oportunas. Es preciso un cambio hacia parámetros de calidad
basados en la valoración del conocimiento, la exigencia en el aprendizaje, la
evaluación rigurosa y el esfuerzo como garantía de progreso personal, porque
sin esfuerzo no hay aprendizaje. Como ha señalado ya el propio ministro de
Educación, estos son valores educativos universales, no exclusivos de
determinadas ideologías.
Hay que desechar lo que se ha demostrado poco válido. Es imprescindible
aumentar el peso de las materias instrumentales, lectura, escritura y
matemáticas, en la enseñanza Primaria, modificar la configuración actual de la
Secundaria y prestigiar como merece (pues la LOGSE desprestigió) la Formación
Profesional, que debería ser una de las grandes prioridades.
Y todo esto parece que ni el PSOE ni los partidos
nacionalistas comprenden.
Y así nos va.
JIV
PD.- En próximos post iremos desgranando lo fundamental de este proyecto
de ley.
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