Mucha gente considera lógico apoyar la huelga de mañana. Yo
no. Creo que es un suicidio colectivo que no nos podemos permitir. Me explico.
Desde un punto de vista político es un error. Los políticos
no están para secundar huelgas, y mientras, seguir chupando del bote.
Políticamente los sindicatos están muertos y no tienen razón de ser.
Además, en este blog ya se ha puesto de manifiesto la
necesidad de tener una ley orgánica que regule el derecho a huelga. Como señala
el art 28.2 “Se reconoce el derecho a la
huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La Ley que regule
el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar
el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad”. Como derecho
fundamental exige ley orgánica, en virtud del art 81, “son Leyes orgánicas las relativas al desarrollo de los derechos
fundamentales y de las libertades públicas, las que aprueben los Estatutos de
Autonomía y el régimen electoral general y las demás previstas en la
Constitución”. La exigencia viene atribuida en el art 52 cuando señala que “los derechos fundamentales vinculan a todos
los poderes públicos. Sólo por Ley, que en todo caso deberá respetar su
contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de tales derechos y libertades”.
Pero nuestros gobernantes, como siempre, hacen de la Carta
Magna de su capa un sayo, pasándosela por el forro de las narices.
Desde un punto de vista económico es un suicidio. Con una
tasa de paro del 25% de la población activa, exigir y obligar (ver piquetes
informativos) al 75% restante a secundar una huelga, es suicida y puede
constarnos muy caro. Según estimaciones el coste de la huelga es de 4.500
millones de euros. Con lo que habrá que añadirlos a futuros ajustes.
Todo gracias al ejercicio irresponsable por parte de unos
denostados sindicatos que no representan ni a un 20% de la población activa.
Desde un punto de vista sindical es un fallo táctico y
estratégico. Los sindicatos con cuyo silencio han apoyado la desastrosa
política laboral del anterior gobierno, y por tanto corresponsables de este
desastre, y deberían hacer lo mismo o desaparecer; pues han fracasado en hacer
lo que fueron concebidos para ello, defender los intereses de los trabajadores.
Teniendo en cuenta que sólo representan a una pequeña parte de la población
laboral activa en este país es bastante hipócrita su actuación y la huelga
carece, por tanto, de representatividad.
Además, para mí está claro que lo que subyace es el recorte
en un 20% de las subvenciones del Estado a los sindicatos. A los sindicatos el
paro siempre les ha traído al pairo, lo que quieren es dinero, dinero y dinero
para sostener su tinglado (más gastos).
Esto es lo que hay. Y así nos va.
JIV
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