domingo, 1 de noviembre de 2009

SOBRE EL ABORTO (I), INCOHERENCIAS

Es muy cierto que no resulta nada difícil desmontar la política que el Gobierno ha desplegado en materia de aborto.

En una muestra más de su infinita torpeza a la hora de manejar este asunto, son las propias ministras implicadas, Bibiana Aído y Trinidad Jiménez, las que con una muestra de inocencia intelectual, demuestran ellas mismitas que las iniciativas adoptadas al respecto resultan sorprendentes, cuanto menos, paradójicas.

Merced al ingenio del Ministerio de Sanidad, por ejemplo una chiquilla de, pongamos, 17 años 11 meses y 19 días puede ya adquirir libremente, sin receta médica, ese cóctel de estrógenos llamado píldora del día después. También podrá, llegado el caso, y gracias a la sabiduría del Ministerio de Igualdad, abortar de forma quirúrgica en un hospital, sin necesidad de hablar con sus padres ni de contar con su permiso, y eso que los padres son los tutores legales de la criatura, responsables de su educación y de su vida (hasta que cumpla los 18 o hasta que se levante la tutela, así lo fija la ley). Esa joven no podrá, en cambio, beber una lata de Coca-Cola o un refresco carbonatado en su instituto. Pues la nueva Ley de Seguridad Alimentaria que la Agencia del mismo nombre, dependiente de Trinidad Jiménez, prohíbe hacerlo, a tenor del último borrador del texto.

Está visto que al Gobierno deben preocuparle más los riesgos hipotéticos de una futurible obesidad que el peligro cierto de una intervención quirúrgica o de los efectos secundarios de la píldora, los cuales ni siquiera el farmacéutico puede, legalmente, informar meramente a la criatura (efectos secundarios que en toda medicina existen, pues en el fondo son “drogas controladas”, que afectan distintamente según las personas).

El Ejecutivo, al que tan poco parecen importarle dichos riesgos, promete reanudar su cruzada contra el tabaco, lo que cual, a mi modo de ver, no parece malo. Mientras tanto, las drogas duras campan libremente y las estadísticas oficiales revelan, por ejemplo, un aumento desmesurado del consumo de cocaína entre los adolescentes, o el alcohol por ejemplo. ¿Alguien entiende algo de estas políticas?

Por último señalar que la legislación civil, y penal acerca de la mayoría o minoría de edad, carece de cierto contrasentido, cuando no de clarísimas y clamorosas incoherencias. A las que hay que añadir las producidas por la política acerca del aborto de este gobierno (la cual no estaba en su programa electoral, algo que a mí me chirría).

JIV

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