miércoles, 10 de febrero de 2016

DE TITIRITEROS VA LA COSA

A propósito de la polémica de los titiriteros de los "Carmena & boys" voy a dar una idea sobre lo que significa la libertad de expresión, que es un derecho fundamental, garantizado por la Constitución; y por los tratados Internacionales que garantiza que un ciudadano puede expresar sin cortapisas sus ideas.

Lo que algunos no saben y no entienden, o prefieren ignorar, es que el ejercicio de este derecho, que no puede estar sujeto a censura previa, no exime a su autor de responsabilidades ulteriores, que deben estar expresamente fijadas por la ley.

Aunque en la Declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo 19 señala que todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión; en el artículo 29 se establecen ciertos límites. En dicho artículo señala que en el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática.
Y lo que es más, en el artículo 20 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos señala en concreto que  toda propaganda en favor de la guerra estará prohibida por la ley. Y además, continúa señalando que toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituya incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia estará prohibida por la ley.

En otras palabras hay cosas que están prohibidas aunque sean propias del ámbito de la libertad de expresión. Y son tratados internacionales.

He resumido en unos párrafos los argumentos legales que suponen un zasca en toda la boca de Pablo Iglesias, Ada Colau, y la concejal "cagueta' de de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, que se apresuró salvar su culo cesando a los que contrataron a los titiriteros; que colgaron jueces y exaltaron a los terroristas de Al Qaeda y de ETA , y que ahora exigen que el juez ordene su inmediata puesta en libertad (cosa que al final parece que se ha hecho aunque no se les exime de momento de responsabilidad legal).

En uso de mi libertad de expresión, yo podría defecarme (al igual que lo han hecho muchos) en todos los antepasados de algunas personas que hieden cada vez que abren la boca para expresar un pensamiento desmesurado, pero ellos, en uso de su derecho de protección al honor, podrían hacer que un juez me diera un disgusto; y ése matiz alguno lo olvida.

La libertad de expresión que asiste a todos los ciudadanos por el hecho de serlo, no está especialmente pensada para que un maltratador insulte a su mujer, o para que un "hoolligan" se acuerde gravemente de la madre de un árbitro, como tampoco está pensada para que unos titiriteros pro etarras hagan apología del terrorismo.

Esa libertad está pensada para todos los ciudadanos pero especialmente para los defensores de los derechos humanos, para los opositores políticos, para los creadores de opinión, para los escritores; y los artistas que son los que con más frecuencia se expresan en público, pero todos estos también están sujetos a la ley.

Ya sabíamos que si los de Podemos gobiernan en España, los jueces serán funcionarios al servicio del ejecutivo (como de facto sucede en Venezuela que se inventan pruebas falsas para encarcelar a los opositores) pero de lo que no hay duda es de que la cárcel y la justicia no está hecha para sus delincuentes.


JIV

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