miércoles, 6 de mayo de 2009

ALI BABÁ Y LOS CUARENTA LADRONES









No, no se trata de un cuento de las mil y una noches, sino una realidad. Una triste realidad. Veamos, nos encontramos ante un problema social. Las enfermedades "raras", cuya curación y medicación solo se consiguen a través de actuaciones o ayudas benéficas. En concreto, el síndrome Alexander (no entraré en los detalles médicos). Un niño, llamado Juanma, de 4 años padece esta enfermedad degenerativa. Los medicamentos de esta enfermedad que, no son curativos sino paliativos, cuestan 170.000 euros. Claro está, no todo el mundo puede permitirse este gasto.

Bien, los padres de la criatura decidieron realizar un concierto benéfico de Bisbal para el pasado 25 de abril en el Teatro Auditorio de Roquetas del Mar. Decía el periódico que tocaba David Bisbal en un pueblo almeriense. Daba igual que el concierto fuese benéfico. El delegado de la SGAE metió la calculadora dentro de la maletita y allá se fue agitando la saca de monedas (como si fuera el cepillo de la iglesia). El pasado 16 de abril (o sea 9 días antes de la celebración del citado concierto) obligando a la familia del pequeño a firmar un documento donde ésta se comprometía a dar el 10% de lo recaudado en el evento, pues en caso contrario el concierto no se celebraría. La excusa: La Ley de Propiedad Intelectual (lo de "Intelectual", mejor entre comillas), siempre y cuando el autor de las canciones (y Bisbal no lo es) no ceda los derechos de las mismas.

Pero la desfachatez de estos individuos no sólo se paró allí, sino que fue más allá. Era ineludible firmar una solicitud de autorización a no ser que el autor cediera sus derechos. Y había que dar una señal antes del concierto para que se pudiera hacer, llegando a exigir incluso un aval bancario a la familia para dar su consentimiento al evento.

A pesar de todo, el concierto se celebró. Se vendieron 1.226 entradas, el aforo completo. La recaudación, 50.000 euros. David Bisbal renunció a su emolumento. Para todos fue benéfico. Para todos? No, pues la SGAE exigió el 10%, 5.000 euros, haciendo sonar sus huchas negras allí donde no había lucro. Y eso que en teoría la SGAE es una sociedad sin ánimo de lucro. Ojalá fuera cierto.

La verdad es que es para echarse a llorar porque a esta familia que trata de ayudar a su hijo a salir adelante no les sobra nada (la madre es ama de casa, el padre camionero). Pero la SGAE no renuncia a sus 5.629 euros con cero céntimos.

Sólo ahora, tras la polémica creada, rectifica la SGAE rauda y veloz, anunciando que devolverá el importe que cobró por el concierto benéfico de Juanma, La entidad gestora de los derechos de autor ha hecho propósito de enmienda y, en un comunicado, señala que "donará un importe equivalente a los derechos percibidos en el concierto a favor de Juanma López Fenoy". La nota de SGAE señala lo que sigue: "La actuación ha sido absolutamente respetuosa con la Ley de Propiedad Intelectual, que no permite la concesión de licencias gratuitas (...) Como se ha hecho en múltiples ocasiones, la solidaridad de los creadores hubiera sido posible si, con el tiempo suficiente para gestionarlo, los autores del repertorio interpretado durante el concierto hubieran podido optar por la cesión gratuita de sus legítimos derechos. De ese modo, esta polémica se habría evitado". Y deja clara una cosa: "Los socios de la SGAE creen en el derecho de autor solidario y responsable". Pues eso.

Desde el punto de vista legal, la actuación de la SGAE es conforme a la Ley. Otra cosa es que la Ley sea un auténtico despropósito, pues en este caso no se trata de propiedad intelectual sino sencillamente de una recaudación quasi tributaria. Y el caso de Juanma no es el único, pues en el tercer Concierto Internacional por las Víctimas del Terrorismo del pasado 11 de marzo se llevó el 10% de los 12.820 euros recaudados.

Ahora, estimado lector juzgue usted. ¿Puede llegarse a calificar a estos señores de "ladrones"?

JIV

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