martes, 30 de diciembre de 2008

REFORMAS CURIOSAS PARA 2009

El Gobierno tiene previsto cumplir su compromiso programático de reformar en esta legislatura la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, que se aprobó en 1980. Conscientes de la dificultad de lograr un consenso y de la polémica que desata esta reforma, el Ejecutivo de Zapatero ha optado por incluir las modificaciones legales en el marco del Plan de Derechos Humanos que se aprobó en el Consejo de Ministros de hace dos viernes. Se trata de una reforma encubierta dentro de un ambicioso plan que incluye 172 medidas. Al principio de la actual legislatura, la vicepresidenta del Gobierno anunció esta reforma como una prioridad del Ejecutivo. Las críticas que se vertieron desde el PP, en boca de Federico Trillo, y por parte de la cúpula de la Iglesia, hicieron que Zapatero aparcara de momento esta cuestión.Pero los planes laicistas del Gobierno de Zapatero no se van a amedrentar por las críticas populares o de los obispos. Han encontrado el refugio adecuado en el Plan de Derechos Humanos, con el objetivo de equiparar todas las confesiones. La encargada de su defensa, hasta ahora, ha sido la vicepresidenta que ha argumentado que «la sociedad española ha cambiado mucho en estos casi treinta años y el Estado debe dar respuesta al pluralismo y a la diversidad de creencias religiosas».De la Vega ha insistido a lo largo de estas dos semanas en que la reforma «no va contra nadie», al tiempo que considera necesario negociar los cambios de la ley con todos los grupos parlamentarios para alcanzar el máximo posible de acuerdos. Esta reforma está prevista para el primer trimestre de 2009, cuando se presente el borrador con la propuesta del Gobierno para la reforma de la Ley de Libertad Religiosa. Siguen desde este gobierno con la estrategia de hacer poco ruido para lograr cambiar la ley, muy conscientes de que no van a tener a su lado ni al PP ni a la Iglesia.

No obstante, es muy curiosa esta reforma para equiparar creencias religiosas (¿cuales?). Pues es curioso que en pleno siglo XXI, con una marea laica que busca reducir a mínimos el papel de la Iglesia y la religión dentro de la sociedad, tres de cada cuatro ciudadanos (un 76,1 por ciento) no se amilanan a la hora de calificarse como católicos. Es más, prácticamente el mismo porcentaje, un 77,5, tiene muy claro que, en el caso de tener un hijo ahora, lo bautizaría. Son muy pocos los que no hacen ninguna de las dos cosas. Uno de cada cinco (20 por ciento) se considera aconfesional, mientras que un 18,6 por ciento no convertiría al catolicismo a su hijo recién nacido. O, sea, las tres cuartas partes de la población española, y, casi un 20% se declara "agnóstico". Por tanto, queda un 3-4% de "otras religiones". Es decir, segun este gobierno de personajes, es necesario equiparar una religión (y quizás una cultura también) que práctica y pertenecemos más de la mitad de los españoles, frente una clamorosa minoría (musulmanes sobre todo). Entonces, ¿que esconde esta reforma? ¿cual es la verdadera finalidad del gobierno? Pues sinceramente no me lo planteo, la sola posibilidad de ello me sobrecoge de manera alarmante.

JIV

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