miércoles, 23 de febrero de 2011

SOBRE EL CINE ESPAÑOL. LAS SUBVENCIONES (y II)

En el anterior post, se comentaba por encima que el cine español recibía cuantiosas subvenciones. Pues bien esto es deleznable, pues, lo que no puede ser es que uno se aproveche de un cargo político para mediante subvenciones, que es dinero nuestro, no suyo, haga vivir del cuento a sus amigos. Y esto no significa que no haya que apoyar la cultura, pero bromas y tomaduras de pelo, las justas, y más en la situación actual, donde cada día se van miles de personas al paro. Me estoy refiriendo a la ministra de cultura Ángeles González-Sinde.

En efecto, nada más llegar al Ministerio (dejando su cargo de presidenta de la Academia del Cine donde ejerció 3 años), dio una subvención de 270.000€ a la Academia recién dejada "para gastos corrientes" y que fueron incluidos en los PGE, Presupuestos Generales del Estado. Además, la orden ministerial, introduce un criterio de "acción positiva de género" en el que en dos proyectos se dará prioridad al que tenga a una mujer como guionista o directora. Esto me parece increíble. ¿Dónde está la igualdad de género? No es esto una discriminación por sexo? La Orden también computaba como espectadores a los que se descarguen la película por internet, las ventas o alquileres en DVD, y el público asistente a festivales. No sólo a los espectadores que paguen la entrada por asistir a ver la película. Así es más fácil llegar a la cifra de espectadores por la que te dan esa subvención, queridos lectores.

Como se puede ver, las subvenciones al cine español son una constante, a pesar de que sean buenas o malas producciones. Sin embargo, para conseguir algunas de ellas hay que conseguir un mínimo de espectadores. Y para esto, algunos productores falsifican las cifras de las taquillas o incluso compran las entradas para optar a estas ayudas ya que hacerse con los tickets puede salir hasta rentable.

"El Estado tiene que apoyar las óperas primas, quizás las segundas películas, pero que a partir de la tercera los productores se busquen la vida o que haya como en otros países unas leyes de mecenazgo, patronatos o fundaciones, como hay en Estados Unidos, donde no hay subvenciones. "Que a un cineasta que haya hecho doce películas el Estado le tenga que seguir subvencionando no me parece bien, sobre todo porque estamos en un país donde hay otras necesidades más importantes, más básicas y más relevantes", ha aseverado la directora Isabel Coixet.

Y yo comparto su opinión, o tiene sentido que se le subvencione a Almodóvar, con la fortuna que tiene? (si no recuerdo mal, se hablaba de 60 millones de euros en inversiones, que se dieron a conocer en el asunto de la famosa estafa de Madoff). Se lo tengo que pagar yo? y además si tiene éxito en la recaudación ese dinero lo ganan ellos y no se devuelven las ayudas

Parece manifiesto que el régimen actual de ayudas al cine español requiere una reformulación sistemática pues se ha revelado como un modelo ineficaz que está logrando un alejamiento mayor de los espectadores de las películas. La cultura en español está viva y necesita de estímulos y no de directrices políticas.

No se puede estar financiando películas que no llegan a verse. Hay que recordar que este año las subvenciones (más de 89 millones) han vuelto a ser mayores que la recaudación en taquilla (69,7). Los populares aluden al contexto de crisis económica y recuerdan que el sistema, que lleva décadas vigente, es costoso y, en su opinión, inoperante. Lo ideal es que sean las empresas privadas quienes asuman el riesgo de invertir en séptimo arte a cambio de desgravaciones importantes en el impuesto de sociedades, como ocurre en otros países, fundamentalmente Estados Unidos, donde las grandes instituciones culturales del país no reciben ayudas directas, sino que se mantienen gracias a la financiación privada.

Existe un buen cine español reconocido internacionalmente con buenos actores y actrices, pero hay otro muy malo (pero que muy malo) también porque lo demuestran las cifras. Igual que se le pide a las empresas españolas que sean más competitivas, debemos solicitar también que ocurra lo mismo en los productos culturales: han de tener más calidad con menor coste, para que sean más eficientes.

JIV

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