lunes, 17 de noviembre de 2014

BLAS DE LEZO




Hace unos días (en concreto, el pasado sábado 15 de noviembre), se inauguró en la plaza de Colón de Madrid, la estatua del General del Armada, marino guipuzcoano, Blas de Lezo y Olavarrieta.
 
 
UN POCO DE SU VIDA.
 
Blas de Lezo nació Guipúzcoa en 1689. Hijo de marinos, fue enviado a Francia a estudiar. En 1700 estalló la Guerra de Sucesión española, en la que Francia y España fueron aliadas. Gracias al intercambio de oficiales entre ambos países, Blas de Lezo, con apenas 12 años, se embarca en la escuadra francesa como guardiamarina al servicio del conde de Toulouse, Luis Alejandro de Borbón.
 
Durante la guerra perdería una pierna, un ojo y un brazo, y por ello terminaría siendo conocido como el 'Mediohombre' o 'Almirante Patapalo'. La pierna izquierda la perdió tras recibir una bala de cañón, sin más opción que la amputación por debajo de la rodilla. Su valor y determinación tanto en batalla como a la hora de la amputación le valieron el reconocimiento dentro del ejército.
 
El ojo izquierdo fue consecuencia de una esquirla que le saltó por el impacto de otra bala de cañón en la fortaleza que defendía, y que le provocó la perdida total de visión. Finalmente, en 1714, cuando la guerra ya finalizaba, recibió un balazo en el brazo derecho en Cataluña, con tan sólo 25 años.
 
Con 34 años fue nombrado General de la Armada y su primer cometido fue convertir la flota a su cargo en operativa, pues su estado era bastante precario. Con acciones como esta, Blas de Lezo demostró no ser sólo un buen soldado, sino también un gran estratega puesto que las defensas que preparo de antemano en Cartagena de Indias fueron clave para la resistencia española.
 
En 1734 fue nombrado Teniente General, y en 1737 llegó a Cartagena de Indias, punto clave para el comercio con América y por lo tanto enclave codiciado por todas las potencias navales, según el pequeño documental elaborado por el Museo Naval de Madrid. Murió en 1741 tras la batalla de Cartagena (el ataque de 195 navíos de la flota inglesa con apenas seis barcos españoles, lo que acabó impidiendo la conquista de Cartagena de Indias por los ingleses y que hizo que en el continente americano se siguiera hablando español) y fue enterrado en una tumba de la que todavía hoy se desconoce su emplazamiento.
 
 
EL MONUMENTO.
 
Uno pensará que el monumento ha sido cosa o a iniciativa del Gobierno de la Nación para conmemorar a uno de los mejores estrategas de la Armada (Seguro, querido lector que piensa que el PP defiende la historia y tradición españolas además de la unidad de la nación). Pues no, la única iniciativa reciente del Ayuntamiento de Madrid ha sido llamar a una parte de la zona de Colón, Plaza de Margaret Tatcher (¡toma ya!).
 
El monumento ha sido financiado a través de una cuestación popular impulsada por la asociación Monumento a Blas de Lezo. La cual llevaba años peleando y luchando por un reconocimiento mayor a nivel nacional de este gran marino (Ahora ya solo falta una película).
 
La suscripción popular estuvo en boga durante muchos años y gracias a esta modalidad de financiación hoy en día la capital cuenta con homenajes como los dedicados a Emilio Castelar, en la glorieta del mismo nombre, al general Espartero en la calle Alcalá o a Alfonso XII en el Retiro (si estos reconocimientos dependieran del gobierno, apañados íbamos).
 
 
CONCLUSIONES.
 
Para de terminar este pequeño homenaje a una de nuestras grandes figuras de la historia militar y naval españolas (y europea ¿Porqué no decirlo también?); simple y llanamente subrayar la desidia de nuestras autoridades en el conocimiento de nuestro pasado. La falta de reconocimiento no solo de militares, sino también de filósofos, escritores, músicos, e inventores, que en muchas ocasiones llega a la total ignorancia e indiferencia de muchas personas que, da la sensación que por el hecho de ser españoles, no se les da el reconocimiento y renombre que se merecen. Y eso en parte es culpa no solo de los gobiernos sino también del propio sistema educativo que elimina cualquier rastro de estas personas que hicieron historia y genera que los jóvenes ignoren su historia (cosa que no ocurre en ningún país del mundo civilizado).
 
 
Quien desconoce su pasado y su historia está condenado a repetirla.
 
Y es que no aprendemos,
 
Y así nos va,
 
JIV

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