sábado, 14 de noviembre de 2015

¡ES LA CIVILIZACIÓN ESTÚPIDOS!

Lo que está pasando en Europa no es un mero terrorismo religioso, es un verdadero conflicto de culturas o civilizaciones (y también de religiones). Pero mientras tanto, nosotros sin darnos cuenta, sin pararnos a pensar las consecuencias del haber ignorado el fenómeno de la inmigración sin una integración efectiva.

En 1993 la revista Foreign Affairs publicó un ensayo de Samuel Huntington, en el que el politólogo estadounidense abordaba “el choque de civilizaciones”, asunto que se ha vuelto a manifestar este viernes trece de noviembre en París, y del que inevitablemente se habló mucho durante días, semanas, a raíz de la matanza de ToulOuse (Francia) efectuada por un miembro de la red terrorista Al Qaeda, así como cuando los asesinatos relacionados con la revista satírica Charlie Hebdo, así como también los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, o la matanza de los trenes de Atocha (Madrid) de hace más de una década, y un interminable etc. Y la lista seguirá aumentando si no hacemos nada para pararlo; en vez de decir tontadas o jugar a la alianza de civilizaciones.

Huntington anticipaba por entonces, en 1993, que el “choque de culturas” derivaría en una “guerra de civilizaciones” que, a su vez acabaría provocando una reconfiguración del orden mundial; también auguraba con rotundidad que el “nuevo orden mundial” post-guerra fría acabaría provocando grandes conflictos, especialmente en las fronteras entre el mundo occidental judeocristiano y el mundo musulmán. Y no se ha equivocado.

Han sido muchos los que han llegado a considerar que los vaticinios de Huntington son el modelo/referente, la guía, de la política exterior de los EEUU y también del mundo occidental. No obstante, todo lo que en un primer momento pudiera parecer exagerado, se ha ido cumpliendo casi al pie de la letra, desde la guerra de Irak en adelante.


En el presente que nos ha tocado vivir las nuevas fuentes de conflictos no tienen origen ideológico o económico, lo que en la actualidad enfrenta a seres los humanos son cuestiones de carácter cultural, ya no se trata de rivalidades de unos Estados contra otros, o de alianzas de Naciones contra otras alianzas. Se trata, por consiguiente, de enfrentamientos entre Civilizaciones.

Desde la Paz de Westfalia (1648) en la que surgió el sistema internacional “moderno”, y tras la Revolución Francesa y el nacimiento de “las naciones-estados”, los conflictos armados fueron de naciones contra naciones, durando este “esquema” hasta la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, y, tras la Revolución Rusa, se pasó a conflictos de tipo “ideológico” (democracias contra fascismo y así), hasta que acabó cayendo el “muro de Berlín” en 1989, y con él el comunismo soviético. Parecía que los conflictos iban a desaparecer, pero no.
Después de la denominada “guerra fría” la política internacional ha pasado a estar condicionada por la interacción entre la “civilización occidental” y las “otras civilizaciones”.


Con el desmoronamiento y la caída del bloque comunista se esperaba que el otro bloque, el occidental, se acabara imponiendo totalmente, pero no ha sido así, por el contrario, se ha levantado un mundo plural, un mundo de civilizaciones. No ha tenido lugar, como muchos vaticinaban y deseaban, el triunfo final de Occidente sino que han resurgido y se han reafirmado antiguas civilizaciones (entre ellas, la islámica). Renacer que ha acarreado un alejamiento y un rechazo de todo lo que guarda relación con Occidente, y que ha conducido a volver la vista a las raíces, a los orígenes culturales autóctonos, de base fundamentalmente religiosa.


Por mucho que nos neguemos a aceptar, la terca y tozuda realidad es que estamos asistiendo a la emergencia de ancestrales civilizaciones que, basan su identidad esencialmente en una religión concreta (como el Islam).


¿Pero, cuáles son esas civilizaciones emergentes?


Huntington constataba ya, en 1993, la enorme presencia del mundo musulmán, de lo islámico. Muchos países que durante la guerra fría hicieron suyo el marxismo-leninismo o que formaban parte de los denominados “países no alineados” actualmente encuentran su identidad y esperanza en el Islam.
También hay que mencionar a la civilización china; la milenaria China que recupera el confucionismo, la concepción de la vida del maestro Confucio, del siglo VI antes de Cristo, especialmente desde que ya no son tan comunistas como en la época de Mao. Tampoco, aunque tenga carácter un tanto marginal, hay que olvidar a la civilización japonesa, formada a partir de la china pero con tradiciones propias.

Otra civilización es la hindú, con un núcleo cultural de más de tres mil quinientos años, y con un sistema social de castas (algo que hoy parece estar muy de moda).
Igualmente hay que considerar a la civilización cristiano-ortodoxa que, aunque emparentada con la Occidental posee características propias, particulares.
Otros bloques culturales a tener en cuenta son la civilización budista, la civilización africana y la Iberoamericana, menos emergentes de momento.


En este nuevo orden mundial está presente un ingrediente, un factor de riesgo que los occidentales no solemos tener presente y es el siguiente. Las civilizaciones emergentes se consideran superiores a la de Occidente, con valores morales más auténticos; y consideran a Occidente como una civilización corrupta y decadente, y por tanto a un enemigo fácil de batir (no solo en el plano económico).


Tras las matanzas, tras el terror que ha sufrido el mundo occidental los últimos años, el más reciente durante la jornada de este último viernes, 13 de noviembre en París, hay que ser un ignorante, un estúpido, o un malvado para obviar la empecinada realidad: que el mundo musulmán considera a la civilización occidental judeocristiana como un mundo decadente, la máxima representación del mal, el enemigo a batir. Mientras muchos siguen hablando de conciliar, de dialogar, de acoger generosamente a todo aquel que nos llegue, no importa de dónde, con tal de no evitar ser llamado xenófobo, racista, e insensateces por el estilo.


Occidente se diferencia de las otras civilizaciones porque posee características propias, posee valores e instituciones que no se dan en otras partes del mundo, estamos hablando de su cristiandad, el pluralismo, el individualismo, el imperio de la ley, la separación de la Iglesia y el Estado, que permitieron que Occidente inventara la modernidad (si, por supuesto), y se expandiera por todo el planeta. Estas características son, exclusivas de Occidente. Europa occidental (con permiso de los padres de la nación estadounidense) es la fuente de las ideas de libertad individual, democracia política, imperio de la ley, derechos humanos y libertad cultural. Son ideas europeas, no asiáticas, ni africanas, ni de Oriente Medio, y allá donde existen, fuera de Europa, es por adopción.


Mientras los trovadores y predicadores del buenismo, de la alianza de civilizaciones y del multiculturalismo nos hablan de un futuro planeta regido por principios éticos y valores universales, las civilizaciones no occidentales han retomado el camino de la indigenización y beben en las fuentes de sus antiguas culturas autóctonas. Para un alto porcentaje de chinos y musulmanes la Democracia y la Declaración Universal de Derechos Humanos son creaciones occidentales, no universales. Y por lo tanto, no tienen porqué seguirlas.


Y mientras tanto, tal en Europa de fiesta en fiesta, ignorando el desafío demográfico del Islam (pues en el año 2025 más del 25% poblacional mundial será musulmana) y el desafío económico de otras civilizaciones (posiblemente, también en el 2025, Asia incluirá a más de media docena de las economías más fuertes del planeta).


Europa está distraída (aunque creo que lleva décadas distraída e ignorando su historia y pasado) y existe un enorme riesgo de inestabilidad que suscita la militancia y el creciente poder de las civilizaciones no occidentales. En Europa ahora predomina el hedonismo y la euforia compulsiva, la fiesta como forma de liberación del mundo de lo concreto, el ideal de los “revolucionarios de mayo del sesenta y ocho” llevado a la práctica, en donde todo lo deseable es un “derecho”.



Pero mientras tanto


Todos los defensores e instigadores del multiculturalismo no paran de hablarnos de que nos encaminamos, de que vivimos ya en el mejor de los mundos posibles, el imperio de los derechos humanos, un mundo global donde todas las voces son escuchadas, todas las creencias reconocidas y respetadas, en el que ya no caben discriminaciones de ninguna clase. Vamos un mundo feliz de yupi en donde reina la paz eterna, donde existe una civilización universal, una “era común” en la que ya no habrá racismo (porque claro, ya no habrá razas) no habrá sexismos (porque no habrá sexos, de hecho el sexo es algo ya discutible). Es todo tan maravilloso que me dan ganas de llorar de alegría (o de asco, según me levante).

Y mientras en Europa se produce un enorme desarraigo sociocultural (derivado de la imposición de la innovación y la trasgresión frente a la tradición) y se impone el pensamiento débil, ahí afuera se está librando un tremendo choque de culturas, de civilizaciones arraigadas en religiones, que casi inevitablemente acabarán dominando la política a escala mundial. Si alguien no me cree, que espere 25 años y luego me cuenta.


Todo esto sucede mientras los europeos caminamos hacia un mundo de viejos en el que ya es casi imposible que se produzca recambio generacional (pues según los cálculos más fiables, hacia el año 2050 las personas mayores de sesenta años se acercarán al 50 por ciento de la población) y necesitado cada día de más inmigrantes que a buen seguro no estarán por la integración (al menos en una parte muy importante de ellos).


Conclusión.

Alguno me acusará de ser tradicionalista, antiliberal, e incluso racista. Nada más lejos de la realidad. Estas civilizaciones no defienden el liberalismo, no pretenden la multiculturalidad (el Islam defiende que todos seamos musulmanes, pues en caso contrario somos infieles enemigos de Alá, y Mahoma, Su Profeta), y mucho menos defienden la separación Iglesia-Estado (son defensores de auténticas teocracias) o de la democracia o de la igualdad de la mujer (el caso Malala es un ejemplo gráfico de su "tolerancia" hacia los derechos de la mujer).
No hay nada más tradicionalista, antiliberal y racista que un buen musulmán (con todo lo que defiende, ideas propias de la Edad Media, pues hasta los romanos eran más avanzados que ellos). He dicho buen musulmán, y no musulmán "moderado" o "laico" (que los hay pero son muy poquitos la verdad), porque para el Corán, un buen musulmán es aquel que sigue sus preceptos sin dudar y a rajatabla, pues  todos los musulmanes, tiene la obligación de creer, aplicar y respetar cada uno de los versículos del Corán a pesar de que en el publico pretendan de ser musulmanes moderados. Y si, aplican creen y respetan todos los versículos del Corán, eso significa que también creen y aplican todos aquellos versículos violentos que llevan mensajes del Yihad, odio hacia los infieles, discriminación contra las mujeres etc.
Como ejemplos hay muchos pero el más llamativo (como mensaje a los musulmanes ateos, si es que los hay) es el siguiente: A quienes no crean en Nuestros versículos les arrojaremos a un Fuego. Siempre que se les consuma la piel, se la repondremos, para que conozcan el castigo. Alá es poderoso, indudable. A quienes crean en Alá y obren bien, les introduciremos en jardines por cuyos bajos fluyen arroyos, en los que estarán eternamente, para siempre. Allí tendrán esposas purificadas y haremos que les dé una sombra espesa”. (Sura 4:56-57)


En esta situación, si se quieren evitar peligrosos enfrentamientos, es urgente buscar los atributos comunes a todas las civilizaciones, es decir, tenemos que intentar conseguir, aceptando la diversidad (porque a diferencia de otros yo SÍ CREO en la diversidad), la moralidad mínima que se deriva de la común condición humana.


Habrá quienes den la espalda a este reto o desafío, pero es difícil ignorarlo pues está en riesgo la supervivencia de nuestra civilización (de todo lo que conocemos: filosofía, ciencia, derecho, medicina, música, arte, o la cultura, todo esto podría desaparecer), y tal vez la de nuestra especie.

JIV


1 comentario:

csc dijo...

El problema no son las civilizaciones emergentes, el problema es el islam. El islam imperialista que quiere transformar al resto del orbe en sus súbitos un islam que no ha salido todavía de la edad media. De hecho el islam es incluso un problema para los propios islamistas, ya que las facciones luchan entre sí con más encono si cabe que contra los infieles.
(de forma similar a las luchas de la reforma y contrarreforma en la Europa del siglo XVI, que eran más duras que contra los turcos)

En todo el mundo los "problemas terroristas" los genera el islam. Son islamistas los africanos de boko haram y atacan a los de la "civilización africana", son islamistas los del ISIS y atacan tanto a occidente como a otros islamistas, los islamistas atacan a los judios, los islamistas organizan masacres en el sudeste asiático y en la india....

Volvemos a tener dos bloques, el islam contra todos los demás. Aunque son países igual de pobres o incluso más en áfrica no aparecen grupos terroristas animistas, ni hinduistas o budistas asesinos en la india y el sudeste asiático.... siempre aparecen islamistas. De momento parece que frente al islam solamente se levanta occidente, pero rusia que no es tan occidente parece que empieza a estar en nuestro bando, y china creo que tarde o temprano se sumará

Incluso nos encontramos con que una parte de los isalmistas que viven en occidente son terroristas, y estos no tienen la excusa de la falta de cultura o medios económicos.

Lo que se ha de conseguir es que el islam evolucione como las otras religiones y se separe del estado. Que salga de la edad media.