jueves, 15 de septiembre de 2011

IMPUESTO DE PATRIMONIO ( y II)

Para ilustrar mi crítica a la reaparición de este impuesto de patrimonio lo voy a terminar de explicar a través de un pequeño cuento que me encontré buceando por la red.


Todos los días 10 hombres se reúnen en un bar para charlar y beber cerveza. La cuenta total de los diez hombres es de 100 €.

Acuerdan pagarla de la manera proporcional en que se pagan los impuestos en la sociedad de un país, con lo que la cosa sería más o menos así, según la escala de riqueza e ingresos de cada uno:
Los primeros 4 hombres (los más pobres) no pagan nada.
El 5º paga 1 €.
El 6º paga 3 €.
El 7º paga 7 €.
El 8º paga 12 €.
El 9º paga 18 €.
El 10º (el más rico) paga 59 €.

A partir de entonces, todos se divertían y mantenían este acuerdo entre ellos, hasta que, un día, el dueño del bar les metió en un problema: “Ya que ustedes son tan buenos clientes”, les dijo, “les voy a reducir el costo de sus cervezas diarias en 20 €. Los tragos desde ahora costarán 80 €.”

El grupo, sin embargo, planteó seguir pagando la cuenta en la misma proporción que lo hacían antes.
Los cuatro primeros siguieron bebiendo gratis; la rebaja no les afectaba en absoluto.

¿Pero qué pasaba con los otros seis bebedores, los que realmente abonan la cuenta? ¿Cómo debían repartir los 20 € de rebaja de manera que cada uno recibiese una porción justa?

Calcularon que los 20 € divididos entre 6 eran 3,33 €, pero, si restaban eso de la porción de cada uno, entonces el 5º y 6º hombre estarían cobrando para beber, ya que el 5º pagaba antes 1 € y el 6º 3 €. Entonces el barman sugirió que sería justo reducir la cuenta de cada uno por, aproximadamente, la misma proporción, y procedió a calcular la cantidad que cada uno debería pagar.
El 5º bebedor, lo mismo que los cuatro primeros, no pagaría nada: 100% de ahorro.
El 6º pagaría ahora 2 € en lugar de 3 €: ahorro 33%.
El 7º pagaría 5 € en lugar de 7 €: ahorro 28%.
El 8º pagaría 9 € en lugar de 12 €: ahorro 25%.
El 9º pagaría 14 € en lugar de 18 €: ahorro 22%.
El 10º pagaría 49 € en lugar de 59 €: ahorro 16%.

Cada uno de los seis pagadores estaba ahora en una situación mejor que antes: los primeros cuatros bebedores seguían bebiendo gratis y un quinto también.

Pero, una vez fuera del bar, comenzaron a comparar lo que estaban ahorrando.
“Yo sólo recibí un euro de los 20 € ahorrados” dijo el 6º hombre: señaló al 10º bebedor diciendo “Pero él recibió 10 €”. “Sí, es correcto” dijo el 5º hombre. “Yo también sólo ahorré 1 €; es injusto que él reciba diez veces más que yo.” “¡Verdad!”, exclamó el 7º hombre. “¿Por qué recibe él 10 € de rebaja cuando yo recibo sólo 2 €? ¡Los ricos siempre reciben los mayores beneficios!” “¡Un momento!”, gritaron los cuatro primeros al mismo tiempo. “Nosotros no hemos recibido nada de nada. ¡El sistema explota a los pobres!”

Los nueve hombres rodearon al 10º y le dieron una paliza (pobre hombre, encima que les pagaba las cervezas prácticamente).

La noche siguiente el 10º hombre no acudió a beber (no me extraña, menudos amigos desagradecidos), de modo que los nueve se sentaron y bebieron sus cervezas sin él. Pero a la hora de pagar la cuenta descubrieron algo inquietante: Entre todos ellos no juntaban el dinero para pagar ni siquiera LA MITAD de la cuenta.


Y así es, queridos lectores, la manera en que funciona el sistema de impuestos (más o menos). La gente que paga los impuestos más altos son los que se benefician más de una reducción de impuestos. Pongámosles impuestos muy altos, ataquémosles por ser ricos, y lo más probable es que no aparezcan nunca más. De hecho, es casi seguro que comenzarán a beber en algún bar en el extranjero donde la atmósfera sea algo más amigable (paraísos fiscales).

Y como todo cuento, tiene su moraleja, la moraleja de éste es que el problema con el socialismo es que eventualmente uno termina quedándose sin el dinero de la otra gente (el cual ha malversado, como buen socialisto).

JIV

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