domingo, 18 de diciembre de 2016

EL CUENTO DE LOS DEBERES

En continuación con el anterior artículo, profundizaré algo más en el tema. Pues lo creo conveniente y especialmente argumentar con datos que los deberes son hasta necesarios si queremos fomentar ciertos hábitos (constancia, trabajo diario y responsabilidad).

Es cierto que muchos sistemas de éxito han eliminado los deberes y están experimentando con esos modernos métodos pedagógicos que tan bien quedan en los reportajes de los telediarios. Pero esto esconde una realidad que no se cuenta tanto:

- En el top de mejores notas en PISA 2012 en matemáticas había varias ciudades chinas que participaron en la prueba (Hong Kong, Shanghai y Macao, también Taipéi en Taiwan), junto a ellas, completan la parte alta de la clasificación los siguientes países (por este orden): Singapur, Corea del Sur, Japón, Suiza, Holanda, Estonia, Finlandia y Canadá. El informe se puede consultar (versión PDF): http://www.oecd.org/pisa/keyfindings/pisa-2012-results-overview.pdf

Y sí, en Finlandia o Canadá pueden ser más innovadores, siendo el lema autodidactismo como a mí me gusta. Pero los países asiáticos (y son ellos los que mandan en las pruebas internacionales y en los exámenes de acceso a las universidades más prestigiosas de todo el mundo) siguen un modelo clásico, con todas sus consecuencias

No nos confundamos, como puede leerse en este link (http://content.time.com/time/magazine/article/0,9171,2094427,00.html) en Corea del Sur el Gobierno llegó a prohibir a las academias privadas estar abiertas después de las 22.00 horas porque temía por el exceso de trabajo que las familias imponían a los estudiantes. Lo mismo puede decirse de Japón, Singapur o de las ciudades chinas que arrasan en las comparaciones internacionales. Estudiar, vale. E hincar los codos más, por eso tienen las mejores notas: porque son los que más trabajan.

En otras palabras, es fundamental competencia y exigencia como parte del sistema educativo. Especialmente si se quiere acceder a la universidad. Por eso son los que tienen mejores notas son los que entran. Recuerdo que es mucho más fácil tener acceso a un buen puesto de trabajo si se ha estudiado bajo este sistema exigente y competente (luego nos extrañamos, aquí en España, del "desempleo juvenil"). Por eso si se quiere tener un buen trabajo, hay que currárselo (nada de irse de novillos o de pastar en el campus): hay que trabajar, estudiar y competir


Oro de los equívocos es el que asocia deberes (o falta de ellos) y exigencia. Igual lo podemos ver para los que hablan de la autonomía de los centros sin dar un paso más. Ahora se pone muy de moda los reportajes sobre escuelas holandesas sin libros de texto, colegios finlandeses que aplican el método del caso o institutos canadienses que mezclan ajedrez, piano y física. Cojonudo. Que bonito sería disfrutar de esta autonomía y capacidad de adaptación. Nada más lejos de la realidad. Me explico.

Estos centros existen. Tienen buenos resultados. Y sus profesores tienen libertad de enseñanza al 100%. Pero lo que no es cierto es que esto sea un mundo de rosas y felicidad. Todo esto tiene otra cara que gusta mucho menos (los derechos están muy bien, pero de las obligaciones mejor no hablamos verdad?): responsabilidad y rendición de cuentas.

En cualquier país con un sistema educativo de éxito (ya sea europeo, asiático, americano o del Polo Norte) la autonomía va ligada al control y a la rendición. Se tendrá autonomía, pero se vigilan los resultados. Vigilancia clásica, con exámenes clásicos; en otros, con pruebas muy exigentes para el acceso a la carrera docente y con una evaluación continua de los profesores; y algunos optan por dar libertad a los padres para elegir centro y los financian en función de su capacidad para atraer alumnos.
Finlandia es un claro ejemplo, es una mezcla de estos tres métodos.

Es curioso como la gente ve el sistema finlandés como el sistema de moda entre políticos y periodistas.
Pero lo que la gente no ve es lo siguiente. Si un profesor "moderno o enrollado" da matemáticas mezcladas con música puede hacerlo, pero deberá rendir cuentas. Y si el método no funciona, será despedido fulminantemente del colegio.

Ahora vaya usted querido lector a decirle a nuestros profesores funcionarios de la escuela pública que piden autonomía que pueden ser despedidos o ver sus emolumentos reducidos si sus métodos no funcionan. Ahora pregúnteles si desean este cambio. Seguro que no.
Aunque algunos desearían probarlo, muchos sindicatos o grupos de presión (de esos que tanto defienden la educación pública "de calidad") se opondrán con certeza a cualquier cambio.

Puede que algunos países no tengan deberes, pero el sistema se examina cada día.

NOTA BENE:

En el artículo de Benito Arruñada que comentaba en el anterior artículo, se preguntaba por la conveniencia o no de ese Pacto de Estado en Educación que todos los partidos aseguran que se esforzarán en buscar. También todos defienden que es la base sobre la que construir el futuro de nuestras escuelas y universidades. Y es cierto que sería necesario para el medio plazo.
Pues en efecto, no podemos aprobar una ley cada 4 años y esperar que surta efectos "mágicos" antes de las siguientes elecciones (una ley educativa requiere 10 años mínimo para ver sus efectos).
Pero todos sabemos cómo son nuestros políticos. Acudirán a ese mantra del "Pacto" para eludir sus responsabilidades. Y así, nos pasaremos horas discutiendo sobre si la religión debe ser evaluable, o cuantas horas en castellano o catalán deben darse; en vez de pensar como organizar el sistema para que sea verdaderamente útil para el mercado laboral o qué hacer para generar valor añadido en la universidad.

Y así nos va,


JIV

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