(…)
Voy a hacer una
breve precisión. En el anterior artículo señalé que Syriza ganó por goleada;
estrictamente no es cierto. Fue la formación más votada (99 diputados frente a
los 76 de Nueva Democracia), pero el sistema electoral griego asigna 50 diputados
más a la formación ganadora, por lo que este “regalo” amplia su victoria sin
que ello sea reflejo de un apoyo popular tan apabullante.
Dicho esto
continuamos.
6. Empresas públicas, el culmen del despilfarro
Sin embargo, más allá del desproporcionado número de
funcionarios, sus suculentos sueldos o la grave ineficiencia de los servicios
públicos, el culmen del despilfarro era su sobredimensionada estructural estatal a base de
cientos de empresas, organismos y entidades inútiles. Basta señalar algunos
ejemplos para percatarse de dicho despropósito:
- El sueldo medio en la Renfe griega llegó a superar los 70.000 euros al año, incluyendo las profesiones de baja cualificación. Sus ingresos operativos apenas rondaban los 100 millones al año, mientras que sus gastos alcanzaban los 700 millones.
- "Hace veinte años, un próspero empresario llamado Stefanos Manos, nombrado después ministro de Finanzas, señaló que sería más barato meter a todos los pasajeros de los ferrocarriles griegos en taxis.
- El presupuesto del metro de Atenas rondaba los 500 millones de euros al año, mientras que los ingresos en taquilla apenas alcanzaban los 90 millones.
- Grecia también creó un comité para gestionar el Lago Kopais, a pesar de que se secó en 1930.
- Tras el rescate de la troika, Atenas anunció la eliminación o fusión de 75 organismos públicos en los que trabajan más de 7.000 personas y que, anualmente, recibían 2.700 millones de euros en subvenciones (unos 386.000 euros por cada empleado).
7. Jubilación de oro
Hasta el estallido de la crisis, los griegos se podían jubilar con poco más de 61 años,
cobrando casi el 96% de su sueldo, siendo uno de los sistemas de pensiones
públicas más generosos (e insostenibles) de la UE.
Pero es que, además, en Grecia existían cerca de 600
categorías laborales que, alegando motivos de salud, podían optar a la jubilación anticipada, establecida en
50 años para las mujeres y 55 para los hombres.
Precisamente por ello, los griegos disfrutaban de la mayor esperanza de vida tras la jubilación,
y no porque vivieran más, sino porque se jubilaban mucho antes. En concreto,
mientras la media de la OCDE es de 18,5 años tras el retiro (en España es de
17,9), los helenos gozaban de más de 24 años de plácida existencia tras la
jubilación, a base, eso sí, de pedir
prestado un creciente volumen de dinero a los mercados en
forma de deuda pública.
Además, el control sobre la gestión de las pensiones era
inexistente. Durante la crisis, se han detectado miles de familias que cobraban jubilación años después de que fallecieran sus titulares o
prestaciones de desempleo sin tener derecho a ello (en otras palabras, lo que
aquí sería un fraude a la Seguridad Social en toda regla).
Prueba de ello es que, antes de la crisis, menos de
5.000 contribuyentes griegos, en una población total de casi 12 millones,
reconocían cobrar más de 100.000 euros al año.
Por citar un ejemplo, se calcula que dos tercios de los médicos privados no
pagaban ni un euro de impuestos, ya que declaraban unos ingresos de
menos de 12.000 euros al año, el umbral mínimo para empezar a tributar.
Además, los sobornos estaban
a la orden del día. Algunos estudios señalan que los griegos se gastaban
unos 800 millones de euros al año
en mordidas para
evitar el pago de multas o para que los funcionarios hicieran la vista gorda,
incluyendo los inspectores fiscales. Por poner tan sólo un ejemplo, el
Ministerio de Hacienda despidió hace escasos años a 70 funcionarios con un
patrimonio inmobiliario medio de 1,2 millones, cuando su sueldo no superaba los
50.000 euros anuales.
Otro dato llamativo es que la proporción de autónomos en
Grecia era también de las más altas de la UE, y no porque fueran especialmente
emprendedores, sino por la facilidad de ocultar ingresos al Fisco. Por si fuera
poco, en años electorales,
como 2009, la recaudación bajaba
de forma muy sustancial (hasta el 30%), con independencia de cómo
evolucionara el PIB, ya que los políticos, sobre todo a nivel local, solían
perdonar el pago de impuestos como forma de comprar votos.
10. Pueden pagar, pero no quieren
Aunque muchos dicen que es imposible, lo cierto es que,
según el Banco Central Europeo (BCE), Atenas posee una enorme cartera de activos públicos,
cuyo valor estimado asciende a 300.000 millones de euros, incluyendo empresas, infraestructuras,
acciones, participaciones, suelo y todo tipo de bienes inmuebles. Además,
Grecia también podría vender islas, playas, oro y hasta monumentos si es
necesario con tal de cumplir sus compromisos y evitar el doloroso estigma de la
quiebra y posible salida del euro.
Pero ni siquiera haría falta llegar tan lejos: si Atenas redujera el peso del Estado a la
mitad (aproximadamente una reducción de unos 60.000 millones), con
la consiguiente privatización de pensiones, sanidad y educación, y vendiera el
50% de sus activos públicos (otros 100.000 millones por lo bajo) su deuda
quedaría reducida al 70% del PIB; ello, unido a un compromiso serio de equilibrio presupuestario (déficit
cero) y a un ambicioso plan de reformas para liberalizar la economía y bajar
impuestos, permitiría reducir aún más su endeudamiento a medio plazo por la vía
del crecimiento económico. Grecia puede pagar, lo que pasa es que no
quiere y, por lo tanto, todo apunta a que no lo hará.
A MODO DE CONCLUSIÓN.
Como se ha podido analizar, existen muchas más semejanzas
entre Grecia y España de lo que nos quieren contar: gasto público desbordado,
elevado fraude fiscal, corrupción, elevado nivel de funcionarios, sistema
educativo deficiente, y una deuda elevada (algunas cifras señalan que la deuda
pública real en España es del 144% sobre el PIB).
Pero además creo que hay algo importante que reseñar. Y es
la falta absoluta de asunción de responsabilidades por parte del pueblo griego.
Quieren tener pensiones elevadas, sueldos públicos desorbitados, y demás
privilegios, pero sin pagar impuestos (y esto es lo que ha condenado al Estado
a endeudarse). Y por supuesto, no quieren renunciar a ellos: por eso han votado
a Syriza, a Amanecer Dorado y a demás partidos euroescépticos y favorables a
pedir una reestructuración de la deuda.
No obstante, hay que decir que ya hubo una primera quita
(del 50%) y que gracias a la ayuda de la Troika el país ha funcionado. Pero
parece que el ser humano siempre escoge la vía facil en vez de la vía correcta
(que no siempre es lo facil).
En España, algo parecido está sucediendo. Unos
“profesorcillos cutres” que se creen salvapatrias y anti-casta (cuando
realmente ellos mismos son parte de la misma o se han beneficiado del sistema
que denuncian), engatusan a la población de manera demagógica sobre sus
derechos: no inculcan el valor del esfuerzo, del sacrificio, de la asunción de
responsabilidades personales en definitiva. Son producto de la cultura
hedonista de los derechos. Y esto es cierto, pese a quien le pese.
Es curioso que hasta hace unos años (2 a lo sumo) la
corrupción era un tema que preocupaba a solo un 20% de la población (yo ya
llevo años avisando en este blog al respecto); pero ahora como la gente se ha
empobrecido (por culpa de quienes les habían votado) parece que la corrupción
tiene más relevancia e impacto social (en concreto, la segunda fuente de
preocupación de los españoles).
Para terminar simplemente señalar que yo creo que el lema
del escudo de España no debe ser “non plus ultra” sino “¿Qué hay de lo mío?”.
Y así nos va,
JIV
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