Los sindicatos son monopolios del
mercado laboral porque se benefician de un privilegio otorgado por el gobierno.
Esto reduce el empleo de los trabajadores de baja productividad y disminuye la
producción total de bienes de consumo. El liderazgo de los sindicatos es a
menudo corrupto y se aprovecha de los propios trabajadores afiliados. Los
sindicatos, además, trabajan para concentrar este poder en las manos de los
políticos prosindicales en el gobierno. La concentración de este poder es
enemigo de las sociedades libres. (Escuela Austriaca)
Los sindicatos son monopolistas,
pero pueden servir para algunos fines positivos. Su función histórica ha sido
la de compensar el poder industrial. Al mismo tiempo, demasiado poder sindical
puede subir los salarios por encima de los niveles competitivos y reducir el
empleo y la producción. Los efectos de los sindicatos pueden variar según las
circunstancias particulares, así que no hay base alguna sobre la que formar una
opinión sobre los méritos de los sindicatos. Depende de las circunstancias del
momento y del lugar. (Escuela de Chicago)
Los sindicatos, tal como están
constituidos hoy en día, no pueden reparar los defectos del capitalismo. Por su
propia naturaleza, el capitalismo explota a los trabajadores. Puesto que todo
el capital surge del trabajo, los capitalistas, para poder existir, han de
pagar a los trabajadores menos de lo que vale su trabajo. Los sindicatos no
pueden cambiar esto. Lo único que puede cambiar esto es la abolición del
capitalismo y la instauración de la propiedad comunal de los bienes de
producción. En la medida que los sindicatos representan la vanguardia del
movimiento para llevar esto a cabo, deben ser defendidos y fortalecidos. (Socialista)
Los sindicatos son vitales para
las sociedades libres. Los sindicatos actúan como un poder vigilante que
contrarresta las influencias de las empresas. El capitalismo tiene una
tendencia natural a concentrar un gran poder en manos de los líderes
empresariales. Así que los sindicatos son necesarios para prevenir la
explotación de los trabajadores por las grandes empresas. Los gobiernos
deberían apoyar a los sindicatos con leyes que garanticen el derecho a
organizarse y los trabajadores suelen estar siempre mejor con sindicatos que
sin ellos. (Escuelas keynesiana / neoclásica / historicista)
22) ¿Cuáles son las
implicaciones de la defensa nacional?
La defensa nacional es neutral al
mercado. Por un lado, cuesta dinero a los contribuyentes; pero, por otro lado,
provee un ambiente estable que permite que la paz florezca y los derechos sean
protegidos. Por su propia naturaleza, el gobierno debería mantener un monopolio
sobre el uso de la fuerza, y de esta obligación principal se desprende que ha
de defender a la nación de los enemigos externos e internos. Antes siquiera de
que podamos hablar de producción económica, la defensa y la seguridad ofrecidas
por el gobierno han de estar firmemente asentadas. De lo contrario, estamos
otra vez en la jungla Hobbesiana. (Escuela de Chicago)
La defensa nacional es deseable
en sí misma, pero el mayor impacto económico, como sucede con tantos otros
programas del sector público, es que crea puestos de trabajo y sube los
salarios, fortaleciendo así la economía. Es especialmente beneficioso para el
PIB porque una gran parte de la producción militar requiere la industria
pesada. La financiación hace más bien a la nación en general si se destina a
grandes proyectos que si se gasta en pequeños bienes de consumo. Es más, la
financiación pública tiene efectos secundarios que benefician a la sociedad y
emplea, además, a muchas personas que de otra manera carecerían de la
preparación o disciplina para ganarse salarios elevados en el mercado. El
ejército es, de hecho, un gran ejemplo de planificación social en activo que
beneficia a toda la sociedad. (Socialista)
El gasto público en el ejército
es un coste social que excluye alternativas privadas, incluso cuando sus
presuntos beneficios son imposibles de cuantificar. La seguridad, como
cualquier otro bien deseado por los individuos en una sociedad, puede ser y es
ofrecido por la economía de mercado, es decir, por individuos que se organizan
voluntariamente dentro de la matriz de la propiedad privada y del intercambio.
La seguridad privada funciona mucho mejor que el sistema público, que derrocha
billones, está maniatado por la burocracia, provoca enemigos y, en realidad, no
sirve para defender la nación. Los gobiernos han usado la excusa de la
“defensa” para empezar guerras que refuerzan el poder del Estado sobre el
mercado. (Escuela Austriaca)
La defensa nacional satisface una
demanda pública que no sería producida en suficiente medida por el mercado a
solas. Esto es así debido a que la defensa nacional es lo que llamamos un bien
público. Todo el mundo se beneficia de ella y sus beneficios no son
excluyentes, como sí lo son los bienes del mercado. Debido a los “polizontes”,
y al mero gasto asociado con su provisión, los individuos no tienen ningún
incentivo en particular para comprar el bien para sí mismos. Este es el motivo
por el que la mayoría de sociedades desde tiempo inmemorial han asignado a los
gobiernos las principales obligaciones de la provisión de seguridad. Los
beneficios sin duda superan los costes. (Escuelas keynesiana / neoclásica /
historicista)
23) ¿Qué hay de bienes como la
educación y las carreteras?
No cabe duda de que las
carreteras y la educación son necesidades esenciales, sin embargo, no es de
esperar que el mercado los ofrezca en suficiente cantidad. La única pregunta
relevante se refiere a la administración pública. Hay formas buenas y malas de
ofrecer estos servicios. Los incentivos del mercado pueden mejorar su
eficiencia. Para la construcción y administración pueden contratarse empresas.
Los problemas de tráfico pueden ser corregidos mediante multas y otras formas
de racionamiento del mercado. Se puede conseguir que las escuelas sean más
competitivas mediante vales y sistemas innovadores de concesiones públicas para
satisfacer necesidades especiales. (Escuela de Chicago)
Hay algunos bienes que el mercado
no puede ofrecer de manera que satisfaga las necesidades sociales. Las escuelas
privadas están bien para los que pueden permitírselas pero una sociedad
democrática debe ofrecer educación para todos. Lo mismo sucede con las carreteras,
que son parte de la infraestructura pública de una sociedad moderna y, por lo
tanto, no deberían estar sujetas a los ardides de la libre empresa. Eso no
significa que no quepa la reforma. Las escuelas reciben una financiación
inadecuada y los profesores no reciben un salario suficiente. Las carreteras
están congestionadas y deberían complementarse con una provisión generosa de
sistemas de transporte público. Debería incentivarse el “carpooling”. (Escuelas
keynesiana / neoclásica / historicista)
Estos son bienes como cualquier
otro: pueden ser ofrecidos por los mercados y sólo por los mercados. El Estado
no puede construir instituciones educativas que superen la prueba de la
racionalidad económica porque ha de intentar hacerlo sin el beneficio de la retroalimentación
directa del consumidor. En vez de eso, recauda impuestos y se los gasta
arbitrariamente. Lo mismo sucede con las carreteras públicas: cuantas se
construyen, de qué calidad y donde acaba dependiendo al final de decisiones
políticas influenciadas principalmente por consideraciones políticas. En una
economía de mercado, la calidad, la cantidad y el tipo de cada bien y servicio
se corresponde con las necesidades sociales. Estos bienes son servicios que los
consumidores valoran y, por ello, serán ofrecidos si es económicamente factible
hacerlo en relación con las otras prioridades sociales. (Escuela Austriaca)
Se dice a menudo que la libre
empresa es la respuesta a nuestros problemas, y que la autoridad pública no
puede solucionarlos. Pero el caso de las modernas escuelas y las carreteras es
un buen contraejemplo. Las escuelas públicas han educado a millones y las
carreteras públicas son clave para hacer que la sociedad abierta sea accesible
a todos. De hecho, el éxito de estas instituciones señala el camino hacia las
amplias posibilidades al alcance de una sociedad que tiene el coraje de ir más
allá del laissez faire y hacia la verdadera provisión social de todo lo que
valoramos, pero que los limitados intereses de las empresas no pueden hacer y no
harán accesibles a todos. (Socialista)
24) ¿Cuáles son las
implicaciones económicas de la guerra?
La guerra reduce el bienestar
económico al destruir los recursos reales. Puede favorecer a unos pocos que se
benefician del gasto militar en el bando victorioso exclusivamente. Para la
mayoría de consumidores y empresas implica una reducción drástica de la
prosperidad. La única razón justificable para una guerra es la pura
autodefensa. (Escuela Austriaca)
La guerra reduce el bienestar
económico al destruir los recursos reales. Puede favorecer a unos pocos que se
benefician del gasto público, pero podría ser también importante en términos de
intereses nacionales. Si la diplomacia falla, el bienestar común de una
sociedad puede aumentar como resultado de alcanzar importantes objetivos
nacionales mediante la guerra. Las guerras defensivas están siempre
justificadas. Las guerras ofensivas pueden ser buenas en algunas ocasiones. (Escuela
de Chicago)
La guerra estimula la economía al
aumentar la demanda. Aunque las guerras parecen destructivas, generamos más
riqueza al reconstruir lo que la guerra destruye. Esto hace uso de los recursos
ociosos aumentando así la productividad. (Escuelas keynesiana / neoclásica /
historicista)
La guerra existe para aumentar
los beneficios de los capitalistas. Cuando las fuerzas de la competencia hacen
bajar las tasa de beneficio de los negocios nacionales, los capitalistas van al
extranjero a captar beneficios. Esto provoca conflictos entre los capitalistas
de distintas naciones. Las naciones van a la guerra por estas pretensiones
imperialistas contrapuestas. El capitalismo es la principal fuerza detrás de
las guerras. La guerra acabará cuando se acabe el capitalismo. (Socialista)
25) ¿Quién sirve mejor a la
sociedad?
Los legisladores y los expertos
en política, consultando a diversos grupos de asesores, tienen el interés
público en mente cuando formulan y ejecutan políticas. Están deseosos de
mejorar el bienestar de la sociedad y son capaces de conseguirlo. Los
empresarios andan tras el beneficio, y poco les importa el bienestar del
público en general. Ellos sirven el interés público sólo en la medida en que
les reporte algún beneficio. Dados los numerosos y severos defectos en la forma
de funcionar de los mercados, los funcionarios públicos bien informados deben
trabajar para mejorar el bienestar público; un proyecto viable siempre que
pongamos límites a la influencia de los empresarios en la política. (Escuelas
keynesiana / neoclásica / historicista)
Los emprendedores desempeñan una
función indispensable en la sociedad. Los emprendedores están alerta ante las
oportunidades de beneficio y hacen valoraciones referidas al futuro. La
competencia en estas oportunidades produce pérdidas y beneficios en los
balances que, a su vez, generan los precios del trabajo y del capital. Esta
competencia dirige los recursos a la satisfacción de los deseos más apremiantes
de los consumidores. Los políticos de éxito son aquellos que se muestran más
diestros a la hora de acaparar poder político. Ellos son, por lo general, las
personas más despiadadas de nuestra sociedad. (Escuela Austriaca)
El capitalismo sirve a los
emprendedores y los emprendedores se sirven a si mismos. El sistema capitalista
se basa en la explotación de los consumidores y de los trabajadores. La única
solución a estos problemas es deshacernos del capitalismo; y, con él, de la
clase emprendedora. Una sociedad verdaderamente democrática o socialista
acabará con las tendencias explotadoras. La gente no irá ya más tras el
beneficio privado pues este ya no existirá. La gente tendrá motivos mejores y
más dirigidos hacia el público bajo la égida del socialismo. Los dirigentes, si
los hay, en la futura sociedad socialista promoverán el bien común. (Socialista)
Los políticos persiguen sus propios
intereses, pero la competencia política y el proceso de la política pública les
lleva a servir al público hasta cierto punto. Los emprendedores también sirven
al público hasta cierto punto, puesto que se ganan un beneficio sirviendo a los
clientes. La pregunta de si sirven mejor al público los funcionarios públicos o
los emprendedores queda abierta. Esto depende de las circunstancias
particulares de cada momento y lugar. Con el tiempo, la sociedad democrática ha
se ha demostrado capaz de resolver estas cuestiones de gestión social. (Escuela
de Chicago)
JIV
1 comentario:
Toda la razón, deberias de escribir menos espaciado.
Vales mucho.
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