El debate que hubo
el pasado lunes 7 de diciembre retransmitido por los dos principales canales de
ATRESMEDIA (LaSexta y Antena3) es, sin dudar a dudas, el tema político
electoral que más está dando mucho que hablar y en donde se puede ver una de
las máximas que yo siempre he defendido: todos están contentos (incluso los que
no han participado en el debate). Los del PP dicen que han ganado, así también
lo dicen los de ciudadanos, PSOE o Podemos.
Pues bien, todo el
mundo está y estaba muy ilusionado con el debate. Está claro que no se pueden
pedir peras al olmo. Ni me emocioné ni tampoco me pareció algo deprimente. En
muchos aspectos la verdad, no dijeron nada que yo no supiera. Sin embargo, los
candidatos de los partidos tradicionales del bipartidismo me decepcionaron
sobremanera.
Por un lado, la
actuación de Pedro Sánchez fue claramente decepcionante y sinceramente fue el
gran derrotado del debate. Fue decepcionante porque esperaba un cambio de
estrategia tras el último CIS que apuntaba un desastre electoral del PSOE. Ni
por esas. Habló menos que ninguno y no destacó en ningún tramo del debate
(porque sinceramente creo que el PSOE no tiene nada que destacar, pues sus
propuestas son más de lo mismo, aunque disfrazadas de cambio y toda esa bonita
parafernalia de la regeneración). Por muchas propuestas que pusiera sobre el
debate, sus sonrisitas y caritas mientras que los demás hablaban no transmitían
una imagen de seriedad, por lo que la imagen dada al espectador es que tenía
poco o nada que aportar. El candidato socialista ha perdido una gran
oportunidad. Aunque tiene una última bala, el cara a cara con Rajoy el próximo
lunes.
Por otro lado, el
candidato a la presidencia del gobierno del Partido Popular me decepcionó por
su incomparecencia. En mi humilde opinión, la ausencia de Rajoy fue
clamorosa y absolutamente reprobable democráticamente; pero es que su presencia
le colocaba en un plano de manifiesta inferioridad por dos razones: Hubiera
sido una anomalía en cuanto al cambio político generacional puesto en marcha en
España y tiene los pies de barro y metidos en el barro de la corrupción.
La vicepresidenta en funciones no estuvo mal, pues hizo lo
que pudo. Pero tampoco aportó nada y menos aún en la parte de la corrupción
(donde el gobierno no ha hecho nada más que lo mismo y con propuestas muy
timoratas), en donde acabó utilizando el argumento tradicional del "Y tú
más" o del "¿Y tu qué?": a partir de ese momento fue de mal en
peor.
¿Y los candidatos "nuevos"?
Pues todo el mundo dice que ganó Pablo Iglesias. Algunos
periodistas (como Jordi Évole o Antonio Ferreras) se les veía exultantes. Pero por mucho que se le mire, yo lo vi muy
mal. Si bien es cierto que se le veía tranquilo (aunque llevaba un bolígrafo en
las manos para disimular los nervios), metió la pata de manera escandalosa en
algunos aspectos: como en el caso del supuesto "referéndum de
autodeterminación andaluz" de 1977. El cual, ni es de autodeterminación,
ni fue en el año 77, sino en 1980 y fue sobre la iniciativa de un proceso
autonómico (https://es.wikipedia.org/wiki/Refer%C3%A9ndum_sobre_la_iniciativa_del_proceso_auton%C3%B3mico_de_Andaluc%C3%ADa).
Lo que demuestra que el candidato de Podemos tiene unas lagunas históricas muy
sorprendentes (para ser profesor de universidad: lo que da una visión de en qué
manos está la educación de los jóvenes).
Además, metió la pata en aspectos lingüísticos (encima
dándoselas de listo, que es peor), como la pifia de decir "House Water
Watch Cooper" (en vez de PwC), que ha sido un fenómeno viral en la red,
con bromas y gracietas que si fuera de Podemos, me darían vergüenza.
Y por si fuera poco confundió una frase que imputó a Winston
Churchill, cuando en realidad es del autor norteamericano Gregg Easterbrook (experto
en diversas áreas tan diferentes como el cambio climático o el fútbol americano,
y sus estadísticas); o también de otra frase muy parecida del economista
británico Ronald Coase (1910-2013), que en 1981 decía en su libro How should
economists choose? una cita muy parecida: "Si torturas los datos lo
suficiente, la naturaleza siempre confesará".
Vamos, derroche de cultura y conocimientos lingüísticos e
históricos digno de todo elogio. Por no hablar de la maldita hemeroteca que
está persiguiendo al partido (la derrota-varapalo del chavismo en Venezuela ha
sido un duro golpe para el clan de los Monedero & Friends:
Iglesias-Errejón-Monederohimself).
Donde sí que estuvo bien Iglesias fue en ese minuto final (o
minuto de gloria). En donde dijo que no hay que olvidar lo que han hecho
PP-PSOE durante sus gobiernos (EREs, preferentes, Gürtel, Púnica, Caso Pujol,
recortes,…) a la hora de votar (de lo
mejor del debate, debo reconocer).
En cuanto a lo que se dice que ganó quizas fue por cuatro
razones. Fue el que mejor se adaptó al medio televisivo porque lo que importa
es la forma en que se dicen las cosas no en lo que se dice (con mensajes
tranquilos y directos). Su organización ya copaba las redes sociales antes del
debate (lo que ya predisponía la balanza sin duda alguna). Apeló a las
emociones (como en el minuto de oro antes comentado). Y sus rivales flojearon,
lo que hacen que el tuerto sea el rey en el reino de los ciegos.
¿Y Albert Rivera?
Pues Rivera empezó mal. Muy nervioso e inquieto, como si no
estuviera cómodo (algo raro, pues se supone que es un "experto" en
debatir). Quizás había generado tantas expectativas que ante pequeños fallos el
castillo se derrumba. Se mostró, al principio del debate muy nervioso y
sobreactuado, con una gestualidad muy excesiva y un empeño en intervenir en más
ocasiones de las que le tocaba. Quizás porque normalmente no suele recibir
ataques dialécticos a tres bandas (pues tanto Soraya, como Pedro y Pablo
atacaron al líder naranja); y eso es lo que pasa cuando estás acostumbrado a
ambientes cómodos, que cuando pasas a un ambiente hostil, te cuesta.
Aunque, tuvo momentos buenos como cuando se apoyó en noticias de la prensa para nutrir sus
argumentos al hablar de Cataluña o de corrupción. Se esforzó por aportar datos
concretos al discurso. Su reforma fiscal (bajada de 3% del IRPF y complemento
salarial) costaría 7.800 millones; criticó que con PP y PSOE España ha
superado el 20% de paro en los últimos 30 años, dijo que su plan contra el
fraude fiscal aportaría 20.000 millones al Estado. Dejó claro que no apoyará
a Sánchez o Rajoy, pero que «intentará gobernar» (otra cosa es
que luego se desdiga, pero claro creo que lo dejó). Muy comentada fue su
propuesta de aumentar la natalidad, que dio para todo tipo de
comentarios.
Reconozco que estuvo
soberbio cuando mostró hechos que revelan pagos en sobres a Rajoy cuando era
ministro (lo que descolocó a Soraya). Además, creo que demuestra una
gran destreza para recuperar y utilizar ambiguamente, según convenga, piezas,
tejidos y estilos asociados históricamente con la izquierda o la derecha (en
donde el viejo y anquilosado uniforme diplomático occidental se antoja mucho
más actual).
Al ampararse en el privilegio que da situarse en el centro
político, justifica su indeterminación estilística (desde el terciopelo
conservador, hasta la pana progresista. Así como las mangas de camisa
"podemita"). Y es precisamente esa conciencia (estrategia) suya sobre
el poder de la ropa para transmitir con éxito un mensaje que lo aventaja frente
a sus adversarios.
¿Pero ganó alguien?
Creo que no ha habido un ganador claro. Sin embargo creo que
sí hubo un perdedor claro, el candidato ausente (algunos dirán lo contrario,
que su ausencia es un símbolo de fortaleza, pero es que la cobardía no es
fortaleza, sobre todo cuando ha sido su tónica en esta legislatura: no dar la
cara). De los presentes, el perdedor fue claramente Pedro Sánchez.
Conclusiones.
El debate estaba incompleto. Creo que IU y UPyD debían haber
estado en el debate. Aunque me temo que ninguno de los cuatro partidos
representará un cambio real (ni siquiera Podemos creo que sea un partido más).
Por lo que al final será más de lo mismo: una monarquía de partidos (aunque con
una ventaja; que los partidos nacionalistas ya no tendrán el poder que tienen).
Y así nos va,
JIV
NOTA ADICIONAL.
DATOS:
En la encuesta
de El País, Iglesias habría ganado el debate con un 51% de los votos.
Un porcentaje muy similar al del diario El Confidencial, donde el líder de
Podemos también ganaba con más del 50% de los votos, o El Español con un
49%. En El Diario, Iglesias gana con un 59%, seguido de Sánchez con
un 29%; mientras que en el diario El Mundo gana por un 40%, seguido
de Sáenz de Santamaría con un 30%; y en 20 minutos con un 46%, seguido de
Rivera con un 28%.
También
en ABC ha ganado el líder de Podemos, con un 39%, seguido de la
vicepresidenta del Gobierno, con un 28%. En la encuesta realizada por este
portal en Twitter, también ha sido Iglesias el vencedor con un 61%.
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