viernes, 4 de diciembre de 2009

¡QUÉ CRUZ!


Sí, ya sé que estamos en vísperas del puente de la Constitución (a la vuelta hablaremos también algo de la misma), pero es que no me resisto a hablar algo del debate suscitado a raíz de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo sobre el crucifijo y demás símbolos religiosos (cristianos, musulmanes y otros)

Veamos, el debate se centra en la presencia de símbolos religiosos en espacios públicos, sino también en espacios no tan públicos.

Que el crucifijo se elimine en escuelas y colegios públicos (o al menos a petición de sus respectivas direcciones) es algo que la Iglesia Católica no discute, lo acepta (aunque puede haber una parte de la misma resistente, pero lo que digo es mayoritario). El problema está en lo que llamamos “colegios o enseñanza concertada”.

El 100% de la escuela concertada es religiosa. Y sí, recibe dinero del estado (Comunidades Autónomas). Pero la financiación no debe ir acompañada del acatamiento de los principios de laicismo o aconfesionalidad, pues el fin de esta financiación es tratar de buscar un justo equilibrio entre la calidad de la enseñanza privada y la gratuidad de la enseñanza pública. Y acatar el cumplimiento del art 27.3 de la Constitución (Los poderes públicos GARANTIZAN el DERECHO que asiste a los padres para que sus hijos reciban la FORMACIÓN RELIGIOSA Y MORAL que esté de acuerdo con sus propias convicciones).

Por lo tanto, obligar a los colegios religiosos a quitar el crucifijo no sólo va en contra del ideario de estos colegios, sino que puede vulnerar el citado art 27.3 de la Constitución.

Asimismo me gustaría criticar la hipocresía ante las varas de medir existentes en los políticos actuales. Me refiero que quitar el crucifijo es cumplir con la aconfesionalidad del estado, pero a la vez se financia a agrupaciones musulmanas o se permite el velo, que es un signo discriminatorio para la mujer y que claramente es anticonstitucional por vulnerar los artículos 10 y 14 (a mí no me gustaría que mi mujer, o una hija mía o una hermana, si la tuviera llevaran el velo), y esto es considerado “multiculturalidad”.

La multiculturalidad debe respetar la legalidad vigente y sobre todo los derechos fundamentales de la persona (dignidad, igualdad, no discriminación). En cuanto no respete esto, el Estado debe de intervenir, eliminando lo que esté en contra de estos derechos, pero manteniendo aquello que sí pueda ayudar a tal multiculturalidad. El problema es que casi el 90% del ideario musulmán entra en contradicción, no sólo con los derechos fundamentales del ser humano, sino también con las teorías político-filosóficas occidentales. A saber: separación religión-estado, separación religión-derecho (es decir, que la biblia o el Corán no pueden ser fuentes del derecho), la separación de poderes (teocracia), la propia democracia es contraria a los principios islámicos.

Y lo siento muchísimo, pero no me creo el cuento ese de que hay muchos musulmanes moderados. No. Lo que pasa es que son muy pocos para hacer valer su religión y su poder político (en España apenas un 4%). Si tuvieran mayor poder social y político para presionar, ya veríamos si estos musulmanes son tan moderados como dicen. (¿Se acuerdan ustedes el imán que fue juzgado por incitar al maltrato a la mujer? ¿Acaso ha tenido alguna relevancia más allá de la mera noticia? ¿Y si hubiera sido un cura habría tenido el mismo tratamiento informativo (es decir casi nada)?)

Además, para mi el crucifijo no sólo representa unas ideas o una religión, sino también unas tradiciones y culturas de casi dos mil años de antiguedad. Y creo que no se puede renunciar a ellas sólo por el mero hecho de no molestar a unos pocos. Pues realmente son unos pocos los que realmente, valga la redundancia, están en contra del crucifijo y algunos no son ni siquiera personas “nativas” del país o zona de residencia (sino inmigrantes, como el caso de la señora finlandesa residente en Italia que dio pie a la polémica sentencia).

En fin, feliz puente de la Constitución (o de la inmaculada para otros).

JIV

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