Según datos de la empresa de estudios de mercado Rentrak que recientemente compró a Nielsen, la consultora de referencia de la industria audiovisual española, de los que se extrae que la taquilla del cine español se queda en este año (2010) en unos modestos 69,7 millones de euros, mientras que en 2009 superó los 104 millones. Las arcas de la industria no habían visto entrar menos dinero desde 2000, cuando ingresaron 53,7 millones. Asimismo 6,7 millones de espectadores dejaron de ver películas españolas. Por consiguiente, la lucha por que nuestro cine le robe terreno a las películas extranjeras está cada vez más desequilibrada, y perdiendo la batalla. La cuota de mercado del cine español en 2010 se sitúa alrededor de un 10,8 por ciento. Es decir, de cada 100 películas que los espectadores ven al año, apenas 11 son españolas.
¿Por qué una cuota tan baja? Los cines tienen obligación de poner un determinado porcentaje anual de películas españolas (esto en una economía libre de mercado es inconcebible). El problema es de muy sencillo diagnóstico, pero de cura complicadilla (en otro post, se verá).
Luego tenemos otro problemilla, las cuantiosas subvenciones que recibe el cine español del Estado, sin contar con las autonomías. En efecto, la industria recibe ayudas del Fondo de Protección a la Cinematografía, gestionado por el Instituto del Cine del Ministerio de Cultura y dotado con 89,39 millones de euros, datos a 2010. Téngase en cuenta que la recaudación de las películas españolas apenas llegó a los 70 millones. Luego de esto se deduce que, en los últimos 2 períodos, prácticamente puede decirse que el cine español sobrevive de las subvenciones. Esto es, que productores, compositores, directores y actores viven a costa del erario público. A costa de nuestros impuestos (al menos indirectamente).
Uno de los efectos curiosos de la subvención es que para el espectador no tiene ningún efecto. Es decir, las películas no son de mejor calidad que las de hace 30 o 40 años (el hecho de que 3 metros sobre el cielo fuera la película más taquillera del año pasado demuestra la penosa calidad del cine español), gracias a las subvenciones. Y desde el punto de vista económico la subvención no repercute en el precio de una entrada, es decir es igual de caro que ir a ver una película extranjera. Y el consumidor, a mismo precio, elegirá la de calidad superior, casi siempre una película extranjera.
Además, las salas de cine pierden dinero y, en muchos casos, tienen que cerrar. Gracias al cine español. En Hollywood se han puesto las pilas ante la crisis y han sacado el cine en 3D como medio para captar a los espectadores. El cine español no ha hecho nada. Bueno, si ha hecho algo, realizar películas de baja calidad (a pesar de que los directores son buenos), como balada triste de trompeta, pan negro (¿de verdad este bodrio se merece 9 goyas?) o también la lluvia.
Lo único verdaderamente positivo de estos años ha sido la autocrítica de Alex de la Iglesia al mando de la Academia. Lástima que lo deje. Era el mejor en muchos años. La esperanza de ver mejor cine español se desvanece. Solo se salvan las series españolas, en cuanto a la relación inversión-nº de espectadores.
JIV
¿Por qué una cuota tan baja? Los cines tienen obligación de poner un determinado porcentaje anual de películas españolas (esto en una economía libre de mercado es inconcebible). El problema es de muy sencillo diagnóstico, pero de cura complicadilla (en otro post, se verá).
Luego tenemos otro problemilla, las cuantiosas subvenciones que recibe el cine español del Estado, sin contar con las autonomías. En efecto, la industria recibe ayudas del Fondo de Protección a la Cinematografía, gestionado por el Instituto del Cine del Ministerio de Cultura y dotado con 89,39 millones de euros, datos a 2010. Téngase en cuenta que la recaudación de las películas españolas apenas llegó a los 70 millones. Luego de esto se deduce que, en los últimos 2 períodos, prácticamente puede decirse que el cine español sobrevive de las subvenciones. Esto es, que productores, compositores, directores y actores viven a costa del erario público. A costa de nuestros impuestos (al menos indirectamente).
Uno de los efectos curiosos de la subvención es que para el espectador no tiene ningún efecto. Es decir, las películas no son de mejor calidad que las de hace 30 o 40 años (el hecho de que 3 metros sobre el cielo fuera la película más taquillera del año pasado demuestra la penosa calidad del cine español), gracias a las subvenciones. Y desde el punto de vista económico la subvención no repercute en el precio de una entrada, es decir es igual de caro que ir a ver una película extranjera. Y el consumidor, a mismo precio, elegirá la de calidad superior, casi siempre una película extranjera.
Además, las salas de cine pierden dinero y, en muchos casos, tienen que cerrar. Gracias al cine español. En Hollywood se han puesto las pilas ante la crisis y han sacado el cine en 3D como medio para captar a los espectadores. El cine español no ha hecho nada. Bueno, si ha hecho algo, realizar películas de baja calidad (a pesar de que los directores son buenos), como balada triste de trompeta, pan negro (¿de verdad este bodrio se merece 9 goyas?) o también la lluvia.
Lo único verdaderamente positivo de estos años ha sido la autocrítica de Alex de la Iglesia al mando de la Academia. Lástima que lo deje. Era el mejor en muchos años. La esperanza de ver mejor cine español se desvanece. Solo se salvan las series españolas, en cuanto a la relación inversión-nº de espectadores.
JIV
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