miércoles, 24 de septiembre de 2014

CRÓNICA DE UN DESPROPÓSITO.

En 1975 los españoles teníamos el gas, la electricidad y los productos derivados del petróleo antes de impuestos más baratos de Europa. A día de hoy, teniendo en cuenta además el déficit de tarifa, no solo son los más caros del continente, sino de toda la OCDE. La causa de todo ello radica principalmente en la privatización de las empresas públicas y su entrega a un precio irrisorio a una oligarquía empresarial. Conllevando por tanto, la sustitución de monopolios públicos con precios regulados con monopolios privados con precios libres.
 
En esta situación el efecto sobre España ha sido muy negativo (yo diría que devastador). A saber, desindustrialización masiva (del 35% en 1975 a apenas un 15%), pérdida brutal de competitividad (la energía, después del trabajo es el principal factor de competitividad de una nación), reducción de la renta disponible de las familias (a pagar más por su energía, hasta un 50% más que la media europea) y, en consecuencia, reducción del consumo, del crecimiento y del empleo.
 
Todo este panorama comienza allá por 1984 cuando, ante la entrada de España en la UE, los activos del entonces Monopolio de Petróleos propiedad del Estado no fueron subastados entre grandes petroleras mundiales (lo que hubiera garantizado un precio justo más una elevada competencia y, en consecuencia, disfrutar de los precios más bajos posibles). El entonces Ministro de Economía, Miguel Boyer hizo otra cosa. Entregó a dedo los citados activos a dedo a las refinerías españolas en proporción a su participación en los suministros al monopolio por una cifra irrisoria (por aquel entonces claro). Si no me falla la memoria tal cantidad fue de unos 100.000 millones de pesetas, menos de una veinteava parte de su valor real. Expolio, lo llamaría yo.
 
Por ejemplo, los activos y contratos de gas propiedad de la empresa pública Enagas, se entregaron a precio de saldo a los nacionalistas catalanes. Esos que dicen que España nos roba. Las tarifas del gas, en manos de los nacionalistas pasaron a ser las más altas de Europa. Por no hablar de las plusvalías obtenidas por estos del “España nos roba”, supusieron más de 20.000 millones de euros entre 1992 y 1998. Latrocinio, diría yo.
 
La guinda a este pastel sería obra de Rodrigo Rato (el de Bankia), que a través de la ley “de competencia” cerraría el mercado a través de la discriminación en el acceso a las redes logísticas. Esto impidió a suministradores de gas más barato poder suministrarlo en España. No había que perjudicar a los de “España nos roba”; y así se privó de los españoles de una bajada de un 20 % en el precio.
 
En el sector eléctrico, la llamada “liberación” permitió un expolio masivo a los consumidores. En poco tiempo las tarifas subieron un 38%, además de pedir compensaciones, como los Costes de Transición a la Competencia (CTC). Con estos CTC, consiguieron un latrocinio de 11.000 millones de euros. Los CTC fueron llevados ante el Tribunal Constitucional, pero el alto Tribunal señalo que tales costes suponen una “decisión política legítima”. Desde entonces manipulan el sistema de fijación de precios a costa del consumidor, a pesar de que hay asociaciones como FACUA que denuncian tales tropelías, pero aquí no pasa nada. 
 
En línea con todo lo señalado, la remuneración en los Consejos de Administración y demás órganos ejecutivos, son de las más elevadas de Europa. A ello, añádase la existencia de muchos políticos (Felipe González, Salgado, y políticos tanto del PP como del PSOE).
 
Y a eso añadimos la Ley de energías renovables de Aznar, la más disparatada del planeta, con primas más altas y por más tiempo, que no se reducen con las mejoras tecnológicas, y que suponen un saqueo para el consumidor. En otros países las primas se conceden a los consumidores, no a grandes instalaciones.
 
Completando esta pesadilla, tenemos la cesión a las comunidades autónomas (bienvenido al estado autonómico querido lector), la concesión de los permisos. Tal cesión, puede y ha podido significar plusvalías para los “barones” regionales de turno, lo que genera una corrupción descontrolada, dando una mayor capacidad de generación eléctrica de la necesaria. Un tercio del recibo de la luz son las primas a las renovables. La energía fotovoltaica cuesta diez veces más que la media de fuentes de generación. Consecuencia: la luz ha subido un 70% desde 2006, el triple que en Europa según el Eurostat, lo que está aniquilando muchos empleos e industrias. Esto es el mayor atraco de la historia industrial de España.
 
Y la última golfería: la energía termosolar, que nos va a costar 1.000 millones de euros durante 30 años, gracias al gobierno de Mariano Rajoy.
 
¿CÓMO LO ARREGLAMOS?
 
Pues es aparentemente sencillo. Cumplir la legislación comunitaria. En otras palabras, deshacer el cierre del mercado a la competencia; evitando inflar los resultados de las dos principales petroleras a cambio de nada. El sistema sería propio de un país civilizado, un sistema de precios máximos, de tal suerte que el precio antes de impuestos en una semana concreta no supere la media de la semana anterior (sistema utilizado por el Reino Unido, Francia o Alemania).
 
La principal consecuencia sería una reducción de los precios del gas hasta un 25% y de las gasolinas hasta un 15% (sistema que ya funcionó en España en los 80 pero que se eliminó).
 
En el sector eléctrico. Lo primero que hay que reseñar es que las renovables son totalmente innecesarias, por lo que se deben cerrar las que puedan funcionar y eliminar el expolio que ha venido de la mano de una corrupción casi inimaginable.
Segundo, una quita del déficit de tarifa, al menos por el daño causado por los mencionados CTC y la garantía de potencia.
Tercero, implantar un sistema de calculo de tarifas basado en un sistema de precios regulados (no libres), sistema similar al francés.
Y cuarto, se debe permitir que, como en muchos países, se permita a asociaciones de empresas y ayuntamientos de grandes ciudades construir y explotar sus propias centrales (lo que reduciría su precio a la mitad).
 
Sin embargo, estas soluciones necesitan solo de voluntad política. Ni que decir tiene que este gobierno es tan cobarde que es incapaz de enfrentarse a los monopolios y mientras eso sea así seguiremos pagando los precios más altos de Europa. 
 
Pero la verdad, es más facil legislar para tus amigos o lobbies. 
 
Y así nos va (y lo pagamos muy caro).
 
JIV

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