domingo, 14 de junio de 2015

LAS 10 MENTIRAS DEL NACIONALISMO Y SEPARATISMO CATALANES


El nacionalismo regional en España, siempre se ha basado en una gran mentira. Gran mentira inteligentemente elaborada por los nacionalistas (especialmente catalanes y vascos) y enseñada en las escuelas como doctrina de la “nación” catalana o vasca y contra ese “estado centralista opresor”.

En diez puntos voy a tratar de derribar estas mentiras, con un lamento previo. Es una pena que el gobierno central haya permitido tamaño despropósito. Y eso que no es la primera vez que escribo sobre el nacionalismo catalán.


1).- Cataluña fue un Estado en el pasado, luego tiene el derecho a serlo en el futuro.

En primer lugar, hay que señalar que el hecho de haber sido un Estado en el pasado legitime secesiones futuras. Me explico. Todos los países de Europa, sin excepción, son el agregado de múltiples territorios que fueron en su momento reinos, principados, repúblicas, ducados, cantones, condados y señoríos. E incluso algunos de ellos hasta tiempos tan recientes como el siglo XIX: por ejemplo, Alemania e Italia.

Y, en segundo, hay que recordar que los condados catalanes nunca conformaron un reino independiente (ni siquiera territorios independientes), sino que pasaron en el siglo XIII de la soberanía de los reyes francos (la Marca Hispánica, vasallo de la dinastía Carolongia) a la de la Corona de Aragón. Por el contrario, hay que señalar que otras regiones españolas actuales (como Asturias, León o Castilla) sí fueron reinos y, sin embargo, no se deduce de ello derecho alguno a la secesión.


2).- Cataluña no participó de la historia de España.

La primera capital de la Hispania romana fue Tarragona (de hecho da nombre a una provincia romana, la tarraconense). Y la primera de la Hispania visigoda, por su cercanía con el reino godo de los francos, Barcelona.

Durante la Edad Media, los catalanes participaron, al igual que los demás españoles (castellanos, aragoneses, vascos, gallegos, asturianos…), en la reconquista. El Rey Jaime I de Aragón, por ejemplo, conquistó el reino de Murcia en nombre y por cuenta de su yerno Alfonso X de Castilla (el Sabio).
Asimismo participaron en el proceso repoblador, pero no sólo de Valencia y Baleares, sino también de territorios castellanos como Valladolid o Sevilla. La localidad sevillana Coria del Río, por ejemplo, fue otorgada por Alfonso X a “150 omes de Catalunna”.

Y además, los catalanes participaron durante siglos en todos los hechos de armas de la historia de España: la conquista de Granada, la de Navarra, la de Nápoles, la de América, los Tercios de Flandes, la batalla de Lepanto, y un largo etcétera.


3).- Los catalanes medievales no se consideraban españoles.

Otra gran mentira, pues todos los testimonios de aquella época demuestran lo contrario.

En su “Llibre dels feits”, escrito por él mismo, Jaime I explicó sobre la colaboración de los soldados catalano-aragoneses en beneficio del reino de Castilla: “Porque lo hemos hecho en primer lugar por Dios, en segundo por salvar a España, y en tercero para que tengamos el gran honor de que gracias a nosotros se haya salvado España”. Y al salir en Lyon del concilio en el que se había ofrecido para ir en cruzada a Oriente, declaró (palabras textuales): “Barones, ya podemos irnos, que hoy ha sido honrada toda España”.
Por otro lado, de Ramón Muntaner (1270-1336) nos ha llegado la mejor explicación de la solidaridad política que, por encima de ambiciones y enfrentamientos (que también los había), fue común a todos los monarcas medievales españoles, cuando reclamó una política conjunta de todos los reyes “de España, que son una carne y una sangre”.

4).- Los catalanes fueron excluidos de América.

En primer lugar, hay que señalar que todo el victimismo queda anulado de raíz pues, aun en el caso de que hubiese sido cierta la exclusión (que es del todo falsa), sus destinatarios no habrían sido los catalanes en exclusiva, sino los súbditos de los territorios de la Corona de Aragón (aragoneses, valencianos y baleares).
Es necesario señalar que la confusión inicial nació que los derechos sobre las tierras recién descubiertas derivaban del Tratado de Alcaçovas (1479) que puso fin a la guerra lusocastellana por el trono de Enrique IV (El impotente, fallecido en 1474) y que otorgaba a Castilla las tierras que se descubrieran hacia el oeste. Téngase en cuenta pues, que Aragón no era parte en este acuerdo, tanto por no participar en la pugna por el trono como por no tener litoral atlántico. Por lo tanto, del hecho de que sólo la Corona de Castilla tuviera derechos en el Atlántico se derivó la incorporación a ella de las tierras descubiertas por Colón.

A pesar de alguna confusión jurídica inicial y de muy corta duración, la orden dada por Isabel y Fernando en 1501 a Ovando (Nicolás de Ovando y Cáceres, 1460-1511) sobre que “no haya extranjeros de nuestros reinos y señoríos” se refería a los flamencos de la corte de Felipe el Hermoso y estaba destinada a prohibir el comercio de las Indias con y desde puertos de Flandes.

La realidad es que los aragoneses y los catalanes participaron desde el principio en la empresa americana, monopolizada, eso sí, desde los puertos castellanos hasta su liberalización por Carlos III (en beneficio de los catalanes por otro lado).

Por poner un ejemplo, el jefe militar del segundo viaje de Colón fue el ampurdanés Pedro de Margarit (mediados s.XV-ca 1497) al frente de doscientos soldados catalanes. Otro ejemplo, el primer vicario apostólico en las nuevas tierras fue Bernardo Boil (1440-1509), benedictino de Montserrat. Y otros ejemplos de ilustres catalanes en el nuevo mundo: Jaime Rasqui (siglo XVI) fue uno de los conquistadores del Río de la Plata, Juan Orpí i del Pou (1593-1645) fue el último conquistador de Venezuela y fundó Nueva Barcelona en 1638, Juan de Grau y Ribó, compañero de Hernán Cortés, se esposó con Xipaguazin, hija de Moctezuma, y el leridano Gaspar de Portolá (1716-1786) conquistó California.


5).- En 1714 Cataluña perdió su independencia al ser conquistada por España.

Llegamos aquí a uno de los meollos de la manipulación nacionalista (no hay más que ver los despliegues de los nacionalistas el año pasado recordando tal fecha).

Pues bien, no es cierto que Cataluña fuese un estado soberano en 1714, sino un territorio con algunas instituciones propias, como en cualquier otro lugar de la Europa del Antiguo Régimen, y parte constituyente de la Corona de Aragón, es decir, de España. No es cierto que la guerra de los 14 años (1700-1714) se tratase de una guerra entre castellanos y catalanes, sino entre partidarios de dos candidatos al trono de España, por eso se llama guerra de sucesión (y no es una guerra de secesión). No es cierto ni mucho menos que lo que moviese a los catalanes fuera la castellanofobia, sino la francofobia. No es cierto que Felipe V suprimiera la soberanía nacional representada en las Cortes catalanas, pues eran estamentales y éstas, por su naturaleza no representaban a soberanía nacional alguna, sino a los estamentos de la sociedad (nobleza, clero y pueblo llano). No es cierto que Felipe V incorporara Cataluña a Castilla, sino que a través de los decretos de Nueva Planta uniformizó legislaciones y centralizó el gobierno, fenómeno general en toda la Europa de aquel tiempo (y medida de clara influencia francesa), lo que también conllevó grandes cambios en los territorios castellanos, detalle que no suele recordarse.

No es menos cierto que los catalanes fuesen austracistas y los castellanos, borbónicos: muchos de los más importantes gobernantes castellanos fueron austracistas y en Cataluña hubo comarcas enteras que se destacaron por su borbonismo. Como tampoco es cierto que Cataluña fuese austracista desde el primer momento, pues las cortes catalanas juraron por rey a Felipe V en 1702, tres años antes de hacer lo propio con el Archiduque Carlos tras el desembarco angloholandés en Barcelona (y el bloqueo de la flota británica al puerto de Barcelona como medida de “disuasión”). No es cierto que en el famoso 11 de septiembre combatieran catalanes contra castellanos, pues hubo castellanos defendiendo Barcelona del mismo modo que el ejército de Felipe V contó con miles de voluntarios catalanes (detalle que tampoco suele contarse). Y no es cierto que los catalanes austracistas fueran separatistas, sino que presumieron de ser los más españoles de todos, lo único que les diferenciaba era el monarca que defendían.


6).- Cataluña es otra nación por tener otra lengua.

Carod Rovira (aragonés de nacimiento, que todo hay que decirlo) y el conseller balear, Albert Moragues (del partido nacionalista Unión Mallorquina, disuelto por los casos de corrupción que asolaron el archipiélago recientemente) estuvieron en París para participar en la inauguración de Expolangues, febrero de 2010, para la promoción de la lengua catalana (olvidándose de que el mallorquín es un idioma independiente, debido a la insularidad de sus habitantes y de influencias de judíos “chuecas”).

Una lengua no equivale a una nación. Si en la ONU hay 193 naciones y en el mundo varios miles de lenguas, ¿faltan miles de naciones en la ONU o sobran miles de lenguas en el mundo? Hay que señalar que todos los países europeos son multilingües, con la única excepción de Islandia. Y España no es precisamente el más multilingüe de todos: más variedad de lenguas hay en Francia o en Italia (aunque no lo parezca a simple vista). Además, si una lengua es igual a una nación, ¿pertenecerían los araneses a la nación catalana? Finalmente, ¿por qué de la existencia de una lengua han de deducirse consecuencias políticas?


7).- La lengua castellana es una lengua impuesta a los catalanes por la fuerza.

La extensión del castellano sobre tierras catalanas comenzó en la Edad Media (mucho antes de la “denuncia” de los nacionalistas), cuando fue consolidándose como la lengua franca, la lengua en la que era más fácil entenderse dada su mayor extensión territorial, su mayor número de hablantes y su posición geográfica central. Los lingüistas lo han explicado mil veces (se puede decir más alto pero no más claro). Un solo ejemplo: Jaime II de Aragón (1267-1327) escribía sus cartas a los reyes musulmanes de Granada en castellano, sin que el rey de Castilla tuviese participación, influencia, autoridad ni culpa alguna en ello.

Por otro lado, el cultivo literario de la lengua castellana, que no alcanzó ninguna otra lengua española debido a su prestigio y su peso económico provocó el abandono paulatino de las lenguas de alcance regional, como ha sucedido siempre en todo el mundo (al igual que el inglés en detrimento del galés y el escocés). Fueron los propios catalanohablantes, empezando por las elites sociales e intelectuales (la burguesía catalana que ahora se desdice), los que fueron pasándose a la lengua castellana y abandonando la lengua catalana. Así lo hicieron varios literatos en los siglos XV y XVI. Muchos catalanes incluso recomendaron el abandono de la lengua catalana, como Antonio Capmany Surís y de Montpalau (1742-1813, diputado de las Cortes de Cádiz), que la consideró “un idioma antiguo y provincial, muerto hoy para la república de las letras”; o nada menos que Buenaventura Carlos Aribau Farriols (1798-1862) el iniciador de la Renaixença, que animó al gobierno español a que “generalizase en todos sus dominios una misma lengua”.

Las medidas de extensión de la lengua común de la monarquía (que no es lo mismo que la extirpación de las regionales, lo que sí se hizo, por ejemplo, en la Francia republicana, tras la revolución tricolor), tomadas desde el comienzo del siglo XVIII, palidecen en comparación con el abandono por parte de los hablantes (salvo quizás en las zonas rurales con poco peso en la Cataluña industrial y burguesa). Así lo reconocieron todos los ideólogos nacionalistas. Cambó (el de la Lliga Catalana), por ejemplo, declaró en 1916 que “quienes más han trabajado para la destrucción de la personalidad catalana han sido los propios catalanes”.
El periódico de su partido, “La Veu de Catalunya”, escribió en 1910 que “el castellano no se ha impuesto por decreto en Cataluña, sino por adopción voluntaria, lenta, de nuestro pueblo, efecto del gran prestigio adquirido por la lengua castellana. Éramos libres, teníamos completa autonomía política, con Cortes más soberanas que las propuestas por las Bases de Manresa, y ya se hablaba y escribía en castellano”.


8).- España ha sido tradicionalmente reaccionaria, a diferencia de Cataluña.

Nada más lejos de la realidad.

Olvidando el hecho de que las primeras cortes europeas fueron las leonesas, y viniendo a tiempos más cercanos, la Cataluña del siglo XIX se caracterizó por ser una abundante fuente de pensamiento conservador y el principal reducto, junto a las provincias vasconavarras, del absolutismo y el carlismo. Cataluña fue la única región española que se alzó en armas cinco veces en defensa de los sagrados derechos del trono y el altar, además del especial entusiasmo con el que los catalanes lucharon contra la Francia revolucionaria en 1793 y la napoleónica en 1808; además de luchar durante el trienio liberal (1820-23), en defensa de la Regencia de Urgell contra la Constitución de Cádiz (por tanto a favor del absolutismo de Fernando VII el felón); en 1827, la Guerra dels Agraviats o dels Malcontents, que reivindicaron el apartamiento de los ministros liberales y el restablecimiento de la Inquisición (cosa que se entendía superada); y en 1833-40, 1846-49 y 1872-76, las tres guerras carlistas. Mientras tanto, gran parte de la España castellana se distinguía por su apoyo al liberalismo.
Por otro lado, Cataluña fue la fortaleza del proteccionismo frente al librecambismo, Prat de la Riba (1870-1917) y otros fueron partidarios del sufragio censitario, y Cambó y la Lliga apoyaron a Primo de Rivera y a Franco.


9).- España ha sido tradicionalmente imperialista y belicista, a diferencia de Cataluña.

Hay un cuadro de Ramón Padró i Pijoan (1809-1876) titulado “Embarque de los voluntarios catalanes en el puerto de Barcelona”.
¿Habrá que olvidarse, pues, de los almogávares, que dejaron imborrable recuerdo en el Mediterráneo a golpe de espada? ¿Y de los reyes catalanoaragoneses que expulsaron a los moros de España y a continuación se dedicaron a conquistar Cerdeña, Sicilia e Italia?

En tiempos más cercanos, Cataluña fue la región española que más encarnizadamente se alzó contra la invasión napoleónica, según palabras del Mariscal de Francia Louis Alexandre Berthier (1753-1815). Los gerundenses prefirieron morir antes que entregarse. Y la primera batalla ganada a los franceses fue la del Bruch en junio de 1808 (con la famosa leyenda del niño del tambor).

Durante todo el siglo XIX; Cataluña fue la región más patriota, belicista, e islamófoba, esclavista, colonialista e imperialista de España (ojo, no exagero). Durante la Guerra de Marruecos de 1859-60 Cataluña se llenó de versos, canciones, zarzuelas, himnos y obras de teatro incitando a los jóvenes catalanes a alistarse para borrar la Media Luna de la faz de la tierra. Y respecto a la esclavitud, de todas las ligas antiabolicionistas de España, la más activa fue la de Barcelona.

La prensa catalana, de todas las tendencias, incluida la de la extrema izquierda republicana y anticlerical, fue extraordinariamente agresiva y patriotera tanto contra los alemanes en la crisis de las Carolinas en 1885, como contra los marroquíes en la de Melilla de 1893, como contra mabises y yanquis en las guerras de Cuba y Filipinas. Cataluña fue la primera región en levantar tercios de voluntarios para todas esas guerras, como ha quedado inmortalizado en incontables versos, cuadros y periódicos de la época (no hay más que bucear en la Web y en los archivos de las bibliotecas para poder verificar esta afirmación).


Y 10).- La guerra de 1936 fue una guerra entre España y Cataluña.


Habrá que olvidarse, por lo tanto, de los dos principales apoyos eclesiásticos de Franco, los cardenales Isidro Gomá y Tomás (1869-1940) y Enrique Pla y Deniel (1876-1968). Y de un Cambó que, tras medio siglo de liderazgo catalanista, puso su fortuna a disposición de Franco y organizó en París, junto con Antoni Llonc (1914-1974 y alcalde franquista de Sabadell), Joan Estelrich (1898-1956, amigo por cierto de Unamuno) y otros huidos de la Cataluña republicana, la Oficina de Propaganda y Prensa para defender el bando franquista ante la opinión pública europea y organizar su servicio de espionaje. Cambó también fue el responsable del manifiesto que secundaron cientos de personalidades catalanas de la política, la empresa y la cultura en el que proclamaron textualmente que “como catalanes, afirmamos que nuestra tierra quiere seguir unida a los otros pueblos de España por el amor fraternal y por el sentimiento de la comunidad de destino, que nos obliga a todos a contribuir con el máximo sacrificio a la obra común de liberación de la tiranía roja y de reparación de la grandeza futura de España”. Otros catalanes que se distinguieron por su apoyo a Franco fueron, entre otros muchos, el periodista Josep Pla (1897-1981), el escritor Eugenio d'Ors (1881-1954), el escritor Agustí Calvet (1887-1964), el compositor Federico Mompou (1893-1987) y Salvador Dalí (que creo que no necesita presentación).

Por otro lado, Xavier de Salas, Josep Maria Fontana, Josep Vergés, Ignasi Agustí y Juan Ramón Masoliver fundaron en Burgos en 1936 la influyente revista Destino, como órgano de expresión de la intelectualidad catalana refugiada en la zona nacional, y tres de los principales dibujantes y guionistas de las revistas juveniles Pelayos y Flecha fueron Valentí Castanys, Josep Serra y Josep Maria Canellas.

Por no hablar de los miles de alcaldes, gobernadores, procuradores, diplomáticos y ministros catalanes del régimen franquista. Entre estos últimos estuvieron Joaquín Bau y Nolla, Francisco Serrat y Bonastre, Eduardo Aunós, Joaquín Planell y Riera, Pedro Gual Villalbí, etc.


JIV


Fuentes consultadas:

Jesús Lainz: “España contra Cataluña” (2014), ed.: Encuentro Editorial.


1 comentario:

Tòfol dijo...

Todo lo que dices es cierto, pero el problema catalán, no lo han creado los catalanistas (que eran una minoría insignificante), sino la LOREG, y los partidos políticos, especialmente el PSOE.
Con el fin de obtener las mayorías necesarias para las investiduras, les han dado todo lo que han querido, incluso de forma inconstitucional. Ahora controlan la enseñanza, dentro de una generación, o dos serán todos catalanistas soberanistas, y a ver quien para esto.
El colmo es el PSOE, que incluso ha estado formando gobierno con los catalanistas, e implementando sus políticas (inmersión lingüística). A un ministro que ha intentado arreglar un poco este tema, en vez de apoyarlo, lo han torpedeado hasta que lo ha dejado por aburrimiento. Ahora mismo van a concurrir a las elecciones como PSC, partido que no tiene las ideas claras con respecto a la españolidad de Cataluña y no se sabe hacia adonde va a ir después de las elecciones catalanas.
En Baleares, recién estrenada la legislatura, la presidenta socialista Francina Armengol, ya se ha apresurado a declarar que va a quitar el trilinguismo (volver a la inmersión lingüística) y derogar la Ley de Símbolos (para que los catalanistas puedan volver a poner banderas independistas en las escuelas).
Entre una derecha cobarde y una izquierda sin identidad española, como tu dices, así nos va,