miércoles, 11 de septiembre de 2019

DIADA. OTRO CUENTO (DE OTROS TANTOS)

Todos los 11 de septiembre de cada año se celebra una cosa que se llama la Diada. Y digo cosa porque no merece otro calificativo. Me explicaré.
Según los catalanes se celebra una derrota. Para los indepes es la pérdida de su tan cacareada independencia contra las malvadas tropas borbónicas del duque de Berwick, como no cuando estas tropas conquistaron Barcelona tras un asedio corto el 11 de septiembre de 1714.
Ay! Pero estos separatas se olvidan de muchas cosas. Brevemente diré, que se olvidan de que esto está dentro del contexto de una guerra de Sucesión entre dos casas reales: los Habsburgo (o austracistas) y los borbones. Una guerra que además fue Europea (digamos que Mundial para la época) y que todos los participantes sacaron tajada (los ingleses se quedaron con Gibraltar de regalo). No entraré en más detalles, salvo explicar que los barceloneses juraron fidelidad a Felipe de Anjou como rey de España, pero tras su experiencia con los franchutes unas décadas antes no les fue chahi piruli (esto también merece otras líneas), se cambiaron de bando. Al final los borbones ganaron la guerra porque el candidato austriaco fue elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (que todavía existía y existirá hasta su disolución por Napoleón I) y a consecuencia de la política de equilibrios europea ya no era un candidato idóneo (ya que el bando austracista se borró); y terminaron sometiendo a los territorios austracistas. En resumen vamos.

Veamos. Hay al menos tres falsedades en este mito.
Lo primero es que la pérdida de derechos es falsa. Cataluña no perdió nada. Si hay perdedores fueron la nobleza, el clero y los terratenientes que vieron como sus derechos feudales desaparecieron por los decretos de Nueva Planta, no hagan caso a lo que digan los señores que tienen miles de millones en Panamá y en demás paraísos fiscales. No fue perdieron tampoco su independencia, pues nunca lo fueron (no se puede perder algo que no se tiene). Y además, muchos catalanes también apoyaron a los borbones.

La segunda falsedad es el gran martir de los indepes, el “gran” Rafael de Casanovas. No fue un líder independentista, fue un defensor de la monarquía y del rey de España, del bando austracista, pero en definitiva era fiel a España. Cosa que se puede leer en las memorias de este señor cuando exhorta a los barceloneses a defender al archiduque Carlos con un viva el rey de España nuestro señor (un líder independentista nunca lanzaría una proclama defendiendo al que “ocupa” tu territorio). Pero es que además, no murió en el asedio, ni tampoco sufrió destierro ni murió fusilado ni nada parecido. Tras la guerra, volvió a su oficio de abogado funcionario de la Corona del Rey de España (menudo independentista este eh?) y falleció en su casa de Sant Boi tranquilamente.
Pero, que curioso, que Antonio Villarroel, oficial defensor de la causa austracista, fue herido y hecho prisionero, purgando sus lealtades con años de cárcel. Pero ni tiene monumento, ni nadie habla de él. Claro, un gallego no encaja en este montaje (un charnego no va a ser el héroe de los independentistas).

Y la tercera falsedad. La tan cacareada Generalidad a través de los siglos. Los más de 130 supuestos presidentes de esta institución es más falso que una moneda de chocolate.
Para que lo sepáis es una institución de origen medieval cuya función era la recaudación de impuestos y que estaba presidida normalmente por un cargo eclesiástico.
Institución arcaica, clasista y reaccionaria que se rescata en el periódo de la Segunda República, para aplacar a los nacionalistas liderados por el excoronel Francisco Macia.

Pero el nacionalismo siempre cuenta sus mentiras, si encima no las discutimos y exponemos sus mentiras por absurdos complejos, no nos extrañe luego el monstruo que se crea.

Y así nos va,

JIV.

P.D.- Si, vuelvo a escribir. Lo haré en contadas ocasiones cuando lo estime oportuno. Espero, estimado lector que lo entienda.

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