

Lejos queda ya el histórico 14-D de 1988. La séptima convocatoria de huelga general de la democracia española pasó ayer a los anales de la historia sin pena ni gloria. Según los sindicatos la huelga tuvo un seguimiento del 70%. Tal cifra no se la creen ni ellos, las cifras más generosas hablan de un 30-35% de seguimiento como mucho. Al menos no hubo demasiados incidentes, salvo, claro está en Barcelona (lástima), y eso que se las prometían peleones los sindicatos en Madrid. Al final, el metro funcionó a un 80%, por encima de los mínimos (y se lo dice un servidor que escogió, con acierto, este medio de transporte el día de ayer para sus desplazamientos).
Pero, a pesar de todo, lo que marcó ayer la jornada de la huelga general fue la intervención de los piquetes (informativos y pacíficos en teoría), que desde el comienzo de los paros de madrugada acudieron a los centros de trabajo provocando diversos conflictos. Barcelona y Madrid fueron las ciudades donde la actuación de los boicoteadores provocó los incidentes más peligrosos, que se saldaron con varios heridos y detenidos.
La gran manifestación de Madrid que sirvió de colofón a la jornada de huelga general no fue ni tan multitudinaria como UGT y CCOO hubiesen deseado, no hubo, ni de lejos, los más de 500.000 manifestantes de los que Toxo alardeó en la tribuna de oradores ni mucho menos organizada. Como mucho, 50.000 asistentes. Lo que demuestra el escasísimo impacto de la huelga.
Otra cosilla. Según estimaciones, la “juerga” nos puede llegar a costar cerca de 2.100 millones de euros, un 0,2 % del PIB. Esta es una cantidad similar al ahorro que el Estado pretende con la congelación de las pensiones. “Las gallinas que entran por las que salen”. Al final, el ahorro no servirá para nada y cualquier ajuste en este sentido será mucho más restrictivo. Moraleja: No hacer más huelgas generales, pues éstas tienen un efecto negativo, que pagamos todos.
Es curioso que los sindicatos españoles sean los más subvencionados de Europa y sin embargo tienen un nivel de afiliación bastante bajo. De hecho en 2010 las organizaciones sindicales recibieron 15.798.500 euros en concepto de subvenciones por parte del Estado, la misma cantidad que en 2009. Así consta en el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicado el pasado 17 de mayo, en el que se explica que esa cantidad se otorga en concepto de «subvenciones a las organizaciones sindicales en proporción a su representatividad, por la realización de actividades de carácter sindical». A estas cantidades hay que sumar las que les entregaron en concepto de concesión directa de subvenciones empresariales por su participación en los órganos consultivos del Ministerio de Trabajo, de sus organismos autónomos y de las entidades gestoras de la Seguridad Social. Por este concepto, UGT recibió 1,075 millones y CCOO 922.609 euros.
No me extraña ahora, el silencio de los sindicatos durante esta crisis (sin decir ni mú, a pesar de las escandalosas cifras de paro). Pues, en efecto, a pesar de la crisis económica las ayudas a los sindicatos se han disparado. En 2010 las organizaciones sindicales recibieron 15.798.500 millones de euros en concepto de subvenciones por parte del Estado. Según publicó el Boletín Oficial del Estado (BOE) el 17 de mayo, la totalidad de este crédito se distribuirá, entre todas las organizaciones solicitantes que cumplan los requisitos exigidos, proporcionalmente al número de representantes que hayan obtenido en las elecciones sindicales, de ahí que CCOO y UGT sean las centrales sindicales que más dinero perciben por este concepto. Mientras que en 2009 el Ministerio de Trabajo e Inmigración concedió subvenciones por importe de 7,3 millones de euros a CCOO y de 7,1 millones de euros a UGT para la realización de actividades de carácter sindical y por su participación en órganos consultivos del Ministerio, de sus organismos autónomos y de las entidades gestoras de la Seguridad Social, según publica el BOE.
No me extraña que la credibilidad de los sindicatos españoles corra cada vez más peligro. Pues lo demuestra por ejemplo el comportamiento de la gente en la huelga de ayer. A pie de calle se podía sentir a diversos sectores, como hosteleros o taxistas, renegar de la huelga general y de los piquetes que impidieron a mucha gente desarrollar su actividad laboral con normalidad. Además de claro está, su dudosa actuación transparente en los sindicatos.
Cada cual tiene lo que se merece
JIV
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